Nicolás Maduro necesita sumar apoyo popular y ya tiene su posible cantera. Con la activación de los preparativos de un congreso “histórico bolivariano, popular, chavista y socialista de Venezuela para el siglo XXI”, a efectuarse del 4 al 6 de octubre, aspira a rescatar el orgullo por el legado de Hugo Chávez.
La cita promete reunir a cinco generaciones de chavistas: Desde los llamados originarios, hasta la juventud del PSUV, para reconectar con los valores del chavismo y rectificar lo que sea necesario hacer “revolución dentro de la revolución”, según palabras de Maduro.
La iniciativa tiene, entre otros obstáculos, el reto de superar las voces del chavismo originario disidente: aquellas que acompañaron al hombre de Sabaneta, pero que decidieron no seguir a su “heredero” político. Las críticas de estos exaliados son diversas en intensidad y argumentos.
Inviabilidad de la recuperación económica
Uno de ellos es Rafael Ramírez, exministro de Petróleo de la revolución, quien tras la convocatoria instó a Adán Chávez, el mayor de los hermanos Chávez Frías, a dar “un paso al frente y desligarse de los que aniquilan la memoria de Chávez”.
Para Ramírez, no es posible una recuperación económica con el actual gobierno. “Yo siempre he dicho que el problema del sector petrolero no es ni técnico ni económico; es un problema político. El problema está en Miraflores”, advirtió el exfuncionario en entrevista con la directora de Efecto Cocuyo, Luz Mely Reyes, en agosto de este año.
El poder reside en el pueblo
“Cuando uno es de izquierda, uno es un demócrata. Uno cree que el soberano es el pueblo. Esa es la razón central por la cual no estamos con este gobierno: Independientemente que esa voluntad del pueblo nos favorezca o no, hay que respetarla”, así de contundente habla Sergio Sánchez, quien apoyó a Hugo Chávez desde el Fondo Único Social (FUS) y los ministerios de Comunas e Industrias.
Sánchez asegura que su punto de quiebre con el madurismo ocurrió con la imposición de la Constituyente en 2017, luego que perdieran el control de la Asamblea Nacional. “¿Cómo vas a decidir meter un país en un proceso constituyente, sin preguntarle al propietario de ese poder si está de acuerdo o no? Ahí dijimos ¡De aquí no podemos pasar!”.
Para exlíder aragüeño del Psuv “asumir desde el poder que la voluntad del pueblo es relativa, que se puede decidir por él según nos convenga, es tratar al pueblo como un eterno menor de edad”.
Afirma Sánchez que el 28 de julio, con el desconocimiento de la voluntad popular expresada en las actas electorales, “entramos a un gobierno pretotalitario. Yo no puedo avalar eso”.
Un detractor más enfático ha sido Andrés Izarra: “Los que están en el gobierno no son chavistas. No enarbolan las banderas del presidente Chávez, este es un gobierno neoliberal”, afirmó quien acompañara a Maduro como ministro de turismo entre 2013 y 2015, durante un Con la Luz.
“Nadie está arrepentido de lo que hicimos con el presidente Chávez. Por eso yo hago un deslindamiento de lo que es el chavismo y el madurismo”, enfatizó Izarra, ministro de Comunicación entre 2004 y 2012.
Las piezas del madurismo
Pero no todo son críticas. Entre el chavismo originario también hay importantes piezas del lado del gobierno. En la reciente reorganización de su tren ministerial, Nicolás Maduro apostó por asegurarlas en su entorno más cerrado.
El movimiento que más destaca es, sin duda, el nombramiento de Diosdado Cabello como ministro de Interior, Justicia y Paz. El capitán del 4F, quien le devolviera la banda presidencial a Chávez a su regreso en abril de 2002, tenía 14 años sin ocupar cargos en el Poder Ejecutivo.
Para el politólogo Guillermo Tell Aveledo, Cabello contaría con la legitimidad de ser del chavismo originario y el respeto de las bases chavistas más firmes, por ser percibido como “el que dice las cosas como son y no hace concesiones a ‘los enemigos de la revolución’”.
Desde su rol de primer vicepresidente del Partido Socialista Unido de Venezuela se ha erigido como una figura emblemática del ala “dura” del chavismo, pero ahora tiene bajo su control los cuerpos de orden público y de inteligencia policial del país.
Los hermanos Rodríguez
Por su parte Jorge Rodríguez, quien adquirió notoriedad política en su rol clave como rector del Consejo Nacional Electoral (CNE), al frenar el referendo para revocar el mandato del presidente Chávez en el 2003, no ha dejado desde entonces de ser un valioso negociador político al servicio de la revolución.
Según el analista, el exrector del CNE, reconocido como uno de los principales estrategas electorales del madurismo, podría haber visto su peso político un poco comprometido tras los repetidos cuestionamientos a los resultados de las elecciones presidenciales del pasado 28 de julio.
Sin embargo, la polémica sobre la supuesta coerción a Edmundo González Urrutia, y el conflicto con España y ahora Europa, luego que reconocieran a éste como el presidente electo de Venezuela, le ha brindado la oportunidad de hacer alarde de poder, como cabeza del Parlamento.
Por su parte Delcy Rodríguez es una pieza que no ha dejado de tener presencia en el tablero del madurismo. La vicepresidenta ejecutiva ha alternado el cargo con distintas posiciones en el área económica, la más reciente es el Ministerio de Petróleo y la presidencia de Pdvsa.
Para Guillermo Tell Aveledo, la vicepresidenta ha resultado ser una operadora eficaz, enfrenta un panorama que pinta complejo por la sombra de las sanciones económicas y el peso que pudiera tener al creciente aislamiento internacional de Maduro.
Por ahora Maduro se blinda con su círculo, que parece tomar un cariz más radical. Queda por ver si en el congreso de octubre, sus bases, al contactar con los valores del chavismo originario, convalidan o no su estrategia.
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