Orlando Viera-Blanco @ovierablanco

“Canadá jugará un rol determinante en la restauración de la democracia en Venezuela. Es apelar a la tríada de valores históricos indispensables para toda transición y evolución política: reconciliación, redención é inclusión”

Canadá ha sabido construir uno de los cuerpos diplomáticos más sólidos, eficientes y progresistas del siglo XX y contando. No en vano así lo predijo la víspera del año 1900, Sir Wilfred Laurier, Primer Ministro de Canadá, cuando sentenció que el siglo veinte sería el Siglo de Canadá. Lo sigue siendo.

El mejor dividendo: La Paz

Canadá progresivamente fue adoptando lo que el teórico americano Joseph Nye tituló “soft power” [Poder suave]. Por “soft power” quiso decir “un planteamiento no coercitivo de los asuntos internacionales donde el poder surge desde ideas atractivas, valores compartidos y asociaciones, más que de voluntades militares y económicas”.  Canadá es un vasto país con dos idiomas oficiales, 600 Primeras Naciones y más de 200 etnias. Una diversidad que se demuestra en cada punto del país. A partir de la Diplomacia Cultural, Canadá ha replanteado sus alianzas sobre la base de la integración costumbrista, el arte, protección climática y una preocupación profunda por el desarrollo humano.

La cooperación “like-minded countries” [planteamientos similares] sigue siendo un norte. Pero ampliar la visión hacia nuevas alianzas sobre la base de la educación, comunicación, tecnología y pluralidad marca una notable estrategia de diplomacia empática y agregacional. Así lo reconoce el informe del Programa de Desarrollo de NNUU que ha colocado a Canadá por años en el primer peldaño del Índice de Desarrollo Humano, basado en factores como ingresos, esperanza de vida y formación. Abundancia en recursos naturales que cuentan con recursos humanos bien educados que garantizan una economía fuerte por saludable e instruida. A partir de ahí el dividendo de la paz es consecuencia inevitable.

Canadá: Un actor clave para Venezuela

Canadá jugará un rol determinante en la restauración de la democracia en Venezuela. Es apelar a la tríada de valores históricos indispensables para toda transición y evolución política: reconciliación, redención e inclusión, virtudes típicas de un federalismo flexible, la multiculturalidad y de una sociedad horizontal.

El ex Embajador de Canadá en España Anthony Vincent, señaló: “Canadá es un intermediario honesto en las relaciones internacionales […] No amenazante, sin pasado colonial, un poder medio con lazos con casi todos los países del mundo por su presencia en la OTAN, Commonwealth, la Francofonía, APEC (Asian Pacific Economic Cooperation), la OEA, el G-8, el Consejo Ártico o la Organización para la Seguridad o la Cooperación en Europa”. Los canadienses han fundado la mayoría de los organismos multilaterales pilares del sistema global que emergió a partir de 1945. Su tradición multilateralista, pacifista y como campeones de los DDHH, hace de Canadá uno de los países más respetados a nivel internacional.

En el caso venezolano, Canadá exhorta el respeto de los DDHH, la Justicia Penal Internacional y la búsqueda de salidas políticas. El reconocimiento al presidente Juan Guaidó no es un reconocimiento personal o ideológico. Es un reconocimiento institucional por una democracia sólida basada en el imperio de la ley. Es el poder suave que apuesta a una relación progresista por civilizada. Expresión convergente que fue la acción política de Lester B. Pearson [Primer Ministro número 14 de Canadá 1963-1968, Premio Nobel de La Paz], al organizar la Fuerza de Emergencia de NNUU tras la guerra del Canal de Suez [1956]. Pearson fue sucedido por Pierre Trudeau padre del actual PM Justin Trudeau. Vinieron décadas de revolución tranquila y revisión de tratados con las primeras naciones de Canadá, que resolvieron sensibles brechas y reflujos internos. El diálogo, el perdón, la negociación, la seriedad y buena voluntad [cumplir lo estipulado], convirtieron el “poder suave” en poder de calidad de vida.

Más derechos…

Michael Byers, profesor de la Universidad de Columbia Británica-especializado en política internacional-resalta en su libro Intent for Nation [intención de nación], el lado positivo de la diplomacia Canadiense: La redacción de la Declaración Universal de DDHH [1948], La Convención de Ottawa sobre Minas Terrestres/1997; La Comisión Internacional sobre Intervención y Soberanía del Estado para analizar las intervenciones humanitarias [R2P]; papel protagónico en el Estatuto de Roma y creación de la Corte Penal Internacional y su rol en la Convención sobre Diversidad Cultural/2005.  “La asistencia al desarrollo en ultramar no es caridad. Es el precio que pagamos [los canadienses] por el “poder suave”, la habilidad de persuadir en vez de obligar” [ob.cit].

El interés nacional canadiense va ligado al combate contra la pobreza y el subdesarrollo. Las relaciones bilaterales de Canadá con los países como Inglaterra o Francia se centran en la promoción de la democracia y el estado de derecho como factores de prevención de guerra y terrorismo. Así se ha distinguido su diplomacia en américa [OEA], al decir de Don Luis Almagro, más derechos para más gente… 

Canadá es un articulador muy solvente en la escena internacional. Ha hecho suyos los intereses de la humanidad. Se ha esmerado por darle voz a los más débiles. Y ese poder suave logra que otros le sigan en su esfuerzo. Canadá no abandona. Esa es su diplomacia. Persuadir en vez de obligar. “La mejor victoria es vencer sin combatir…” dice Sun Tzu. 

Mucho que agradecer a este generoso país, Canadá. Muy pronto sus esfuerzos-hecho suyos por la paz en Venezuela-darán sus frutos…

@ovierablanco.         

Embajador de Venezuela en Canadá

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