Por fin hace unos días pude volver a caminar de puntillas después de mi triple fractura el pasado 27 de julio. Es increíble lo que cuesta volver a estar como uno estaba antes de un accidente traumático o de una enfermedad. Ya han pasado casi 9 meses desde mi caída y aún me falta bastante por recuperar aunque comparada a como estaba justo después de mi caída, estoy de maravilla. Cada avance es notable y estoy muy agradecida de poder volver a caminar sin ayuda. Ahora vendrá el entrenamiento que tendré que tomarme en serio si quiero volver a hacer excursiones y caminatas como las que me gusta hacer. Mientras tanto, sonrío caminando de puntillas. No me había dado cuenta de lo difícil que podía ser hacerlo.
Estaba en el proceso de recuperación de mi pierna cuando, sin saber dónde ni cómo, y a pesar de todas las medidas de precaución, me dio Covid. Gracias a Dios, no contagié a nadie de mi entorno porque apenas presentí un síntoma me aislé. La verdad es que me dio bastante suave. No sé si tendrá que ver con todo lo que me estaba tomando desde hace meses para mantener mi sistema inmunológico fuerte: 1000 mg de vitamina C, Vitamina D, Zinc, Echinacea y 1 aspirina diariamente, además de un sinnúmero de bebidas caliente y de té de jengibre con miel. Pienso en la cantidad de gente que ha estado hospitalizada, que ha tenido familiares graves o que ha perdido a seres queridos, en los miedos, la angustia y la ansiedad que este virus ha generado y pido que todo esto pase, que las heridas se sanen, que los miedos se alejen…Los que se han ido no volverán y ese dolor permanecerá. No hay manera de volver atrás. La vida es así. Lo que podemos es mirar hacia delante y vivir más intensamente, sintiendo cada respiración en forma más consciente, dejando de vivir en automático para comenzar a vivir percatándonos de cada pequeño detalle y agradeciéndolo. Lo que podemos es vivir en una forma más sana que nos permita tener un cuerpo más preparado para enfrentar lo que venga. Además, podemos compartir nuestros sentimientos, darle prioridad a lo importante, proteger nuestro planeta, tratar de dejar una huella que otros puedan seguir, enseñar lo que sabemos, y vivir cada día como si fuera el último porque, efectivamente, podría serlo. Además, de ahora en adelante, caminaré de puntillas para abrazar a cada uno de mis hijos, a mi madre, a mi hermano y a mis demás seres queridos. Los sorprenderé con un cariñoso abrazo cada vez que pueda y sonreiré mientras les recuerdo cuán especial es para mí poder acercarme a ellos caminando de puntillas.
Así pretendo vivir y espero que cada uno de ustedes también lo haga. Juntos podemos transformarnos y transformar.
¡Prendamos una vela y pasemos la luz!
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