La meta de crecimiento cercano a un 7% del PIB anunciada por el presidente Iván Duque a inicios del año parecía una quimera, pero los acontecimientos están dándole pie de credibilidad a esa tendencia. A esta hora, no puede menos que asombrar el repunte que comienza a exhibir la economía de los vecinos colombianos.  El del segundo trimestre es uno de los avances cuantificables mayores del planeta, con un 17,6% de recuperación frente al 2020. Y al compararse con el año anterior en todo el semestre la cifra es igualmente estimulante: 9,4% entre enero y junio. 

Le corresponde a la reactivación de la demanda interna la mayor responsabilidad en esta dinámica prometedora del país colombiano. Los hogares están consumiendo 25% más que en el pasado, dotando a la economía de un dinamismo inesperado cuando aun una parte muy sustantiva del conglomerado colombiano permanece expuesto a la pandemia por no haber sido vacunados.

La construcción fue la primera en dar el salto cualitativo. Ya en el mes de julio, después de la parálisis nacional forzada por las marchas y los disturbios, las empresas constructoras se avocaron a la resolución de los negocios que habían quedado en curso y contrataron personal a un ritmo que ha resultado ser el más acelerado de los últimos cinco años. Una voz cantante en mostrar cifras la lleva DaVivienda, tercera entidad bancaria del país, a través de su Indice de Gestión de Compras (PMI). En el caso específico de la construcción el Banco da cuenta de cómo las presiones de los precios se mantuvieron en niveles históricamente elevados en razón de la escasez de materias primas a nivel global, lo que impulsó nuevos niveles de actividad.

Algo similar ha estado experimentando el sector industrial. Su crecimiento también se hizo presente y por primera vez desde inicios de año su PMI se disparó desde 48,3 puntos en junio hasta alcanzar 54,2 puntos en julio. Es preciso decir que el país está asistiendo a la recuperación y mejoramiento de sus niveles de demanda individual desde que finalizó el paro. Las compras se están recomponiendo lo que trae normalidad y dinamismo a las condiciones de los negocios y, de la misma manera, el aumento de las ventas trajo un nuevo dinamismo al reabastecimiento de inventarios para los procesos productivos. Cuesta creer la cifra dada a conocer por el mas reciente reporte de Da Vivienda en la que se asegura que el ritmo de crecimiento de las compras de insumos fue el más acelerado desde que comenzaron a recopilarse los datos en abril de 2011.

El empleo igualmente ha recibido el influjo beneficioso del dinamismo industrial ya reseñado. Ventas crecientes y la recuperación de la confianza empresarial respecto al futuro de la producción elevaron la creación de puestos de trabajo en el mes de inicio del segundo semestre de 2021. Desde 2015 no se veía un incremento más acelerado que el de este julio pasado.

Un elemento determinante en la recuperación de la normalidad post Covid es el denominado “Borrón y Cuenta Nueva” programa del gobierno de Duque que lleva como fin limpiar el historial crediticio de las personas naturales y jurídicas que debieron incurrir en deudas impagables durante la pandemia. Este nuevo instrumento jurídico que será puesto en vigencia en breve proveerá a los deudores de un mecanismo para validarse frente a las entidades de crédito siempre que los titulares de las obligaciones hayan intentado una reestructuración de las mismas.

Lo reseñado arriba es solo demostrativo de una condición muy colombiana y repetida a lo largo de su Historia reciente: Colombia ha sido por tradición un país resiliente y difícil de doblegar frente a la adversidad. Es así como una nación aquejada por décadas de violencia, narcotráfico y ahora terrorismo, no da pie a su ciudadanía para desfallecer. En esta ocasión y aun sin vencer a la pandemia, los neogranadinos se han levantado y se sacuden ya el polvo del camino.

https://www.analitica.com/opinion/borron-y-cuenta-nueva-3/

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