La Colombeia, el sueño inmenso de Francisco de Miranda, Precursor de nuestra independencia, tan grande como su intelecto y glorias políticas-militares, sólo alcanzó nivel de proyecto plasmado en el articulado de la Constitución que normaría la sociedad de la América española, desde el Río Misisipi hasta el Cabo de Hornos. Un gran Estado en extensión, potencialidades humanas y económicas, como para dificultar el expansionismo europeo que bien conocía. Un visionario proyecto que Simón Bolívar, el Libertador de media Suramérica, aun reduciéndolo a los países que integraron Colombia, la grande (Venezuela, Nueva Granada, Ecuador y Bolivia) no pudo mantener en el tiempo.
Al tomar posesión de la Presidencia de la República, el teniente-coronel Hugo Chávez Frías comienza el asalto de los poderes públicos, en correspondencia con la concepción totalitaria más que explícita en el “catecismo” del ideario comunista. El asalto de los altos mandos gubernamentales paso previo a la demolición del sistema democrático. Convocó la elección de una constituyente para aprobar una Constitución a su medida. Dio rienda suelta a la falsificación de la historia, trastocando la imagen de Simón Bolívar por la de un zambo con rasgos similares a los suyos. Atrapado en su propia falsificación, fuerza una simbiosis de la espada de Bolívar con el dólar y éste sí que caminó por América Latina; se propuso destruir la OEA e inventó UNASUR y entre compras apoyos internacionales y robos al erario, lo mata un cáncer. Deja, como legado, un país arruinado y su pandilla de malvivientes, corrupta y genocida, para que concluya la tarea destructiva.
Siguiendo, paso por paso, las conclusiones del Foro de Sao Pablo que en México, cual serpiente, cambió de nombre por el de Grupo de Puebla, ordenan continuar las acciones desestabilizadoras de la democracia en el Continente Americano. Así, es notoria la orientación delincuencial Socialcomunista del siglo XXI, en los hechos vandálicos acaecidos en países con gobiernos democráticos como Chile donde continúa el incendio, Colombia y Estados Unidos, donde no han podido ocultar la participación de células financiadas por el gobierno encabezado por Nicolás Maduro. Porque el Grupo de Puebla, como su antecesor, es todo lo contrario del ideario mirandino. La meta es implantar la hegemonía Socialcomunista del siglo XXI en el Continente de la Libertad, auspiciando el caos, incluidos heridos y muertos, cargándolos a la cuenta de los gobiernos democráticos; obtener provecho del descontento y el amedrentamiento ciudadano; imbricando las denuncias con la promesa de un gobierno participativo, protagónico y reivindicativo, desbrozando el camino para dar el zarpazo. Porque estando entre las opciones ganadoras, de triunfar harían lo mismo que donde han hundido sus garras: destruir, sembrar odio social y alimentar el hambre.
Colombia, el otrora Nuevo Reino de Granada, está en la mira del Socialcomunismo del siglo XXI. El ciego es tan culpable como quien le dio el garrote, reza una sentencia popular. La muy católica y goda sociedad colombiana no ha cumplido con fundamentales preceptos de la religión y mantiene un sistema de marginación, con tapones que impiden el ascenso social y el acceso a mejores condiciones de vida de una inmensa multitud de desheredados.
Para detener el avance de los mamertos, los colombianos tienen que echar a Petro y similares al degredo político-electoral; pero para ello liberales y conservadores tienen que andar juntos y revueltos. Además, por imperativo humano, acometer en breva plazo en breve plazo, acciones para el rescate del colombiano pobre, aplastado por la miseria degradante, elevándolo a la dignidad que merece. Las miserias que abaten al venezolano, son producto de la abyección totalitaria y consecuencia de la desunión de los demócratas.
Los colombianos deben mirarse es este espejo y realizar alianzas que cierren el paso a los mamertos, mientras de este lado de la frontera aceptar que sólo unidos podremos escapar de la ergástula ñángara. Soldar la unidad para salvar al Continente de la Libertad del azote socialcomunista del Siglo XXI, es honrar la memoria de Francisco de Miranda y su sueño: Colombeia .
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