En la historia republicana siempre han surgido revueltas y vencidos, y cada proceso ha de aparecer el gesto conciliador de quien está en el poder para otorgarle la oportunidad del perdón y seguir el camino de la conciliación y la paz.
A principios de 1812, el Congreso Independentista dio el primer ejemplo de generosidad y justicia visto en aquella época, liberando al Sacerdote Provincial, Fray Pedro Hernández, condenado a muerte, y ordenando la libertad a más de un centenar de venezolanos, hechos prisioneros por sus opiniones. Resultando este, uno de los primeros actos decretados por el Congreso de 1811, iniciándose apenas la República.
El General Cipriano Castro en diciembre de 1902, ante el bloqueo de los puertos de las costas venezolanas, por parte de la Armada anglo-ítalo-alemana, en aras de lograr la unificación del país, emite un decreto de Amnistía General para los prisioneros políticos, surgidos de las montoneras contra su gobierno.
Los Gobiernos de Rómulo Betancourt y Raúl Leoni, habían desplegado una feroz represión contra los alzados. Después el presidente Rafael Caldera, impulsará un proceso de pacificación, lo cual llevó a que esa izquierda radicalizada, participara de nuevo en la vida democrática.
Tendrá Maduro el mismo espíritu conciliador tomado por otros gobernantes, quienes fueron magnánimos con los vencidos, al permitirles que, si respetaban las limitaciones legales, podían regresar a las luchas políticas.
Permitirá Nicolás que las negociaciones iniciadas en Barbados lleguen a un final feliz este año 2024 y que desde Javier Tarazona hasta el último de los detenidos por razones políticas sean puestos en libertad.
Lograremos los venezolanos encontrar el camino donde podamos al final de las negociaciones, asistir a unas elecciones sin candidaturas inhabilitadas y con todos los partidos políticos de la oposición en manos de sus verdaderos y legítimos representantes.
Estas y otras obligadas interrogantes urgen de respuestas inmediatas de un gobierno acostumbrado a no mantener los acuerdos realizados en las mesas de negociaciones con quienes ellos consideran alzados y perdonados.
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