Contexto

Algunos parecían creer que el proceso inflacionario en Venezuela se había desactivado cuando el Banco Central de Venezuela anunció a principios de este año la finalización del periodo hiperinflacionario; ello no ha resultado así. En efecto, parecen estarse dando nuevas condiciones para la reanimación del proceso en el marco de una situación de dolarización de facto de la economía nacional. Afortunadamente, esto ha ocurrido en el marco de una aparente mayor conciencia por parte del gobierno nacional al mantener las medidas que desactivaron la exorbitante alza continuada de los precios domésticos. Esto hace tener esperanzas acerca de la posibilidad de profundizar la política económica y las medidas para lidiar con el problema inflacionario, en un marco de mayor estabilidad política, tarea que no deja de ser un gran reto en los momentos actuales en el que el contexto internacional no juega a favor del país.

Por otra parte, esto está ocurriendo cuando Venezuela atraviesa una “nueva” etapa económica, luego del cambio en algunos parámetros y condiciones bajo los cuales había venido operando por dos décadas aproximadamente. Se comienza a ver algún crecimiento del producto interno bruto con una inflación sensiblemente disminuida; sin embargo, el salario y el poder de compra del venezolano sigue sustantivamente afectados, limitando la recuperación por el lado de la demanda, tanto del consumo como de la inversión, pero ayudado por las importaciones.

Lo anterior hace reflexionar, al menos, en tres factores importantes: 1) las secuelas dejadas por la hiperinflación, 2) el posible efecto/levantamiento de las sanciones por parte de la comunidad internacional, y 3) la necesidad de profundizar en los cambios en la política económica y las relaciones internacionales, todo ello de cara a la posibilidad de mantener un crecimiento económico sostenido del producto, especialmente para abatir definitivamente la inflación y mejorar de manera sustantiva las condiciones de vida de la población.

Dado el contexto actual, cabe también preguntarse si lo que se observa es la continuación “natural” del proceso inflacionario vivido en los últimos años aunque a tasas inflacionarias mucho menores, en razón del papel que ha venido jugando la dolarización de facto de la economía nacional. Esta dolarización se evidenciada por la amplia circulación de la moneda estadounidense o la referencia que se hace de los precios domésticos al valor del dólar americano y su evolución. Pero dentro de este proceso parecen combinarse, por una parte, los siempre presentes temores de regresar a los viejos elementos intervencionistas del Estado en la vida económica y a la instrumentación de políticas económicas inadecuadas, y por la otra, nuevos factores adversos en la escena internacional que afectan los precios de los productos importados. Esto mantiene activo el proceso inflacionario.

Comportamiento de la Inflación: Entre el Tipo de Cambio y el Crecimiento Económico

Tomando las estadísticas más recientes publicadas por el BCV, el rango de variación mensual del índice nacional de precios al consumidor (INPC) durante la reciente etapa hiperinflacionaria vivida por el país entre 2017-2021 se situó entre un mínimo de 6,8% en octubre 2021 y un máximo de 196,6% en enero 2019; en tanto que luego de salir de esta etapa, el rango ha pasado a niveles de un solo digito: un mínimo de 1,4% en marzo 2022 y un máximo de 11,4% en junio pasado. Más allá de las discrepancias de estas cifras si se comparan con las de otras fuentes, la mala noticia es que las tasas de inflación mensual publicadas de los dos últimos meses (junio y julio 2022) son las mayores después de salir del periodo hiperinflacionario. Justo es reconocer que la tasa de inflación anualizada ha tendido a disminuir, aunque ello no significa que las autoridades tengan la inflación bajo control.

No obstante la significativa reducción de la tasa de variación de los precios, destaca el hecho de que el incremento de la tasa de cambio ha sido muy elevado aun después de realizarse la última reconversión monetaria y salir de la hiperinflación. La tasa de cambio ha continuado depreciándose muy rápidamente a pesar de la dolarización existente en el país, lo que habla mucho de las expectativas que tienen los agentes económicos. En efecto, la devaluación del tipo de cambio del BCV desde la última reconversión monetaria instrumentada (1º octubre 2021) hasta el 16 agosto 2022 (fecha valor) ha sido superior al 40% (pasó de 4,18 Bs/US$ a casi 6,00 Bs/US$). Si bien la tasa de cambio no es el único determinante de los precios, estos incrementos en la misma llevan a pensar que la inflación está y estará muy activa, en buena medida debido a la alta dependencia externa que tiene el país de bienes importados.

Para abatir la inflación será necesario adoptar una política económica compensatoria que estimule la producción nacional en un ambiente de estabilidad política, de lo contrario el crecimiento económico que pueda alcanzarse será transitorio y de “alas cortas”, pues más allá de la necesidad de superar los escollos económicos internos deberá superar las limitaciones y obstáculos derivados de los problemas políticos del país y la propia realidad internacional. En este sentido, la esperada reanudación de las relaciones con Colombia a raíz de la asunción al poder de Gustavo Petro como Presidente del vecino país, podría ayudar en la recuperación de la actividad económica de Venezuela.

Lo cierto es que el avivamiento de la inflación nacional parece ser una realidad de corto y mediano plazo con la cual habrá que convivir, al observar que el tipo de cambio sigue subiendo sin parar y sin límite, por lo que más temprano que tarde su efecto se trasladará a los precios. Esto último ocurriría porque se verán incrementados los costos de producción y los de importación, o simplemente porque los agentes económicos actuaran racionalmente y seguirán ajustando sus precios para poder reponer inventarios sin incurrir en pérdidas o mantener sus márgenes de ganancias.

Secuelas de la Política Económica

Vale enfatizar que en enero 2022 el BCV anunció el fin de la hiperinflación, luego de su inicio en 2017 y que llevó a las dos últimas reconversiones monetarias (2018 y 2021) con la eliminación de 11 ceros a la moneda nacional (ya en 2008 había ocurrido la primera reconversión que eliminó 3 ceros). Este proceso, que ha acabado con el mantenimiento del valor de las distintas monedas puestas en circulación (bolívar, bolívar fuerte y bolívar soberano) se vio acompañado, alimentado o liderado por la depreciación continuada del tipo de cambio, retroalimentándose ante la falta de políticas económicas solidas e integrales que lograsen desarticular el proceso inflacionario, especialmente con políticas fiscales y monetarias adecuadas, consistentes, suficientes y sostenibles. De no adoptarse correctivos adecuados y oportunos podría, más tarde o más temprano, dar al traste también con la vigencia del actual bolívar digital.

Por otra parte, lo cierto es que al no observarse en la actualidad las situaciones de colas (filas de espera) para que la población se abastezca de bienes como ocurrió durante los años críticos de hiperinflación 2017-2021, ello no significa necesariamente que la economía y el venezolano común o promedio están mejor. En este respecto, cabe mencionar que Ecoanalítica ha reportado una disminución en el índice de escasez de bienes desde un 80% en el lapso crítico de los años 2016-2017 hasta un 15-20% en la actualidad.

No obstante lo señalado y a pesar de haberse detenido la hiperinflación, esta ha dejado a su paso secuelas y un deterioro gigantesco de los salarios y su poder de compra. Los precios han permanecido en niveles elevados en comparación con el salario de la gran mayoría de los venezolanos, lo que tal como se mencionó, limita el consumo, pero a la vez también ejerce un efecto amortiguador sobre el crecimiento de los precios internos. En cuanto a la continuada depreciación de la tasa de cambio, por supuesto, esta ha hecho su parte en mantener muy activa la inflación ante la mencionada ausencia de una política económica creíble, integral, adecuada y coherente.

El haber bajado la inflación de niveles mensuales de dos y tres dígitos a un digito es un “gran resultado”, pero desafortunadamente no obedeció a un declarado cambio profundo de la política económica gubernamental. Esto no desconoce los avances (tímidos) en algunas políticas, principalmente en materia de importación de bienes, fijación de precios y la propia política cambiaria. Desafortunadamente, y sin considerar los problemas políticos que aún están pendientes por resolverse en Venezuela, estas políticas se ven limitadas en sus resultados favorables ante la situación inflacionaria internacional que encarece los bienes importados y los traslada al índice nacional de precios al consumidor, así como a las expectativas de los agentes económicos que tratan siempre de cubrirse, vía ajustes en los precios, ante las inconsistencias e insuficiencias de la política económica nacional.

La amenaza del avivamiento de la inflación estará siempre presente mientras no se superen los problemas antes señalados.

Comentario Final

Pese a no visualizarse que Venezuela pueda comenzar a transitar un nuevo proceso hiperinflacionario, si pudiera ver afianzado un reavivado proceso inflacionario de no tomarse las medidas correctivas necesarias (de política y en lo político) que recuperen el crecimiento económico sostenido y desactiven las condiciones para mantener el proceso inflacionario que se observa en la actualidad.

Es menester hacer esfuerzos por reducir/pausar la inflación con las políticas e instrumentos a disposición de las autoridades, puesto que los factores externos están fuera de su control. A este respecto, se requerirá un esfuerzo adicional, suficiente, racional y sostenido por parte de las autoridades gubernamentales y los agentes económicos para crecer en lo económico, reducir tensiones sociales y mejorar el bienestar de la población.

https://www.analitica.com/opinion/actividad-inflacionaria/