Hace poco más de dos décadas, Venezuela era conocida como una de las naciones más prósperas y felices de América Latina. Un país rico en recursos naturales, con un pueblo trabajador y hospitalario que se caracterizaba por su alegría y su deseo de superación. Hoy, ese mismo país ha sido reducido a escombros económicos y sociales por un grupo de maleantes que, escudándose tras un supuesto “socialismo del siglo XXI,” se han adueñado del poder para saquear impunemente a una nación entera.

La máscara del socialismo

Este régimen no tiene ideología genuina. El “socialismo del siglo XXI” no es más que una fachada para justificar el saqueo desmedido del erario y el desmantelamiento de las instituciones democráticas. Bajo la excusa de redistribuir la riqueza, lo único que han logrado es redistribuir la miseria mientras llenan sus propios bolsillos con millones de dólares robados al pueblo. ¿Cuántas veces hemos visto a sus principales figuras viajando en jets privados, comprando mansiones en el extranjero y viviendo en un lujo obsceno mientras la mayoría de los venezolanos apenas puede conseguir un plato de comida al día?

Violaciones sistemáticas de derechos humanos

A esta tragedia económica se suman las constantes violaciones de los derechos humanos. Desde detenciones arbitrarias hasta desapariciones forzadas, torturas y asesinatos, el régimen de Maduro ha demostrado ser una máquina de represión contra su propio pueblo. La censura de los medios de comunicación, el hostigamiento a los periodistas y el uso del aparato judicial para perseguir a los disidentes son solo algunas de las herramientas que utilizan para mantener su control a base de miedo.

Corrupción desmedida y alianzas peligrosas

La corrupción es una de las marcas registradas de este gobierno. Desde el saqueo de PDVSA hasta los escándalos de lavado de dinero en bancos internacionales, la magnitud del robo al pueblo venezolano es incalculable. Pero no se detienen ahí. Han establecido alianzas con grupos guerrilleros, terroristas y narcotraficantes, convirtiendo a Venezuela en un refugio para actividades ilícitas que ponen en peligro no solo al país, sino a toda la región.

Un país que clama por libertad

El pueblo venezolano ha llegado al límite. El pasado 28 de julio de 2024, los ciudadanos hablaron alto y claro en las urnas, votando abrumadoramente en contra del régimen. Sin embargo, a pesar de la clara voluntad popular, estos usurpadores continúan aferrándose al poder. Pero la paciencia tiene un límite, y el tiempo de ellos se acaba. El próximo 10 de enero de 2025 deben entregar el poder, porque Venezuela necesita reconstruirse sobre bases de decencia, respeto y libertad.

El derecho a soñar con un futuro mejor

Ya han robado suficiente. Ya han destruido suficiente. Es hora de que dejen que el pueblo venezolano recupere su país. Los venezolanos tienen derecho a soñar con un futuro mejor, a reconstruir su economía, a vivir en libertad y a recuperar la alegría que una vez definió a su nación. Es hora de que se vayan, porque un país entero no puede seguir siendo rehén de su ambición y corrupción desmedidas.

La historia nos enseña que ningún régimen autoritario es eterno. Venezuela merece un futuro lleno de esperanza, y ese futuro comenzará con la salida de quienes han convertido al paraíso en un infierno.

¡Es hora de que se vayan!
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Autor: Alfredo Gonzalez [VenezuelaUnida.com]

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