Gabriel Boric representa una nueva generación de líderes con profundas convicciones en sus principios ideológicos y democráticos. Es un relevo generacional en la historia contemporánea de la región, sin un pasado que lo comprometa. En Venezuela, el teatro en la Corte Suprema parece estar orquestado, y Boric ha demostrado no titubear al desconocer la independencia de esta institución, vetando su fallo por no considerarlo una verificación aceptable. A diferencia de Boric, AMLO ha aceptado la independencia de la Corte Suprema, justificando su reconocimiento, mientras que Lula y Petro han sido ambiguos desde antes de las elecciones.
Chile es una democracia de izquierda que, en 1970, eligió a Salvador Allende como presidente, quien fue derrocado en septiembre de 1973 por el Comandante en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet. Esa horrenda dictadura duró 17 largos años. Similarmente, la República Dominicana vivió un período de desorden civil entre 1963 y 1966, cuando un golpe al presidente electo Juan Bosch desató enfrentamientos entre el pueblo y colectivos armados, como sucede hoy en Venezuela. En 1965, Estados Unidos fue llamado a restaurar el orden y rescatar la democracia en la República Dominicana, y en 1966, las elecciones llevaron a la restauración democrática con el triunfo de Joaquín Balaguer, reconocido por Juan Bosch. Esta democracia ha funcionado durante 60 años.
Otros países como Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay también vivieron largas dictaduras. Figuras como Videla, Castello Branco, Stroessner y Bordaberry estarían hoy alineados con Maduro. Panamá, bajo la dictadura de Manuel Noriega, fue otro ejemplo de un régimen opresivo. En 1989, la oposición ganó libremente con el 60% del voto, pero Noriega detuvo el escrutinio e inventó falsos resultados, creyendo que así se mantendría en el poder y evadiría la justicia. Sin embargo, en ese mismo año, Estados Unidos intervino para evitar un Estado forajido en Panamá con la operación militar “Causa Justa,” que, aunque criticada, restauró la democracia y reconoció la victoria electoral de Guillermo Endara, un sistema democrático que ha funcionado durante 35 años.
Gabriel Boric fue electo presidente de la Federación de Estudiantes de Chile entre 2011 y 2012, luego fue diputado legislativo entre 2014 y 2018, y reelecto hasta 2022. Después se convirtió en el candidato de la izquierda en Chile y fue electo presidente con el 55,8% de los votos en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales de diciembre de 2021. Boric surgió solo en la política, al igual que María Corina Machado en Venezuela, quien también ganó las primarias de la oposición. Boric valora la democracia y entiende el sufrimiento del pueblo, conoce el terror, las atrocidades y los abusos de las dictaduras, y prioriza el respeto a las instituciones democráticas sobre sus afinidades ideológicas.
Boric representa la nueva generación de jóvenes políticos de izquierda que ni Chávez ni Maduro lograron corromper. Venezuela financió campañas electorales de líderes del Club de Puebla, comprometiendo sus amistades, solidaridad y dignidad. Hoy, el Club de Puebla acapara y obstruye los espacios de diálogo en favor de Maduro. Edmundo González Urrutia ganó casi el 70% del voto en Venezuela, y como decía Desmond Tutu, el silencio apoya la opresión; ergo, la ausencia y abstención en la OEA apoya la opresión, y España calla.
A quienes obstruyen la libertad y la democracia se les debe reducir la cooperación técnica bilateral disponible para la región. Boric debe incorporarse al Grupo Componedor para defender la victoria electoral manifestada el pasado 28 de julio en Venezuela. Solo existen las actas emitidas por las máquinas del CNE, cuyas copias se hicieron inmediatamente disponibles en la red. No existen otras actas. Boric conoce el oscuro pasado de las dictaduras con poder absoluto, donde no hay separación de poderes y se inventan pruebas.
Maya Fernández, ministra de Defensa de Chile, también conoce el régimen. Es el retrato de Pinochet con la cara civil de Maduro, detrás de quien están militares, cínicos y oscuros marionetistas. Chile logró una transición civilizada hacia la democracia en 1990, y Boric debe participar en el Grupo Componedor. El Trío de Amigos (México, Brasil y Colombia) pide a la oposición moderar sus manifestaciones, y al régimen, permitirlas conforme a la ley, lo que representa un cinismo absoluto. Cuando la oposición representa el 70% de la población, es pueblo contra pueblo.
Los Tres Amigos piden respeto a los derechos humanos en este complejo escenario, y deben exigir que se cumpla la voluntad de cambio que el pueblo venezolano ha pedido abrumadoramente. Es urgente la recomposición de la mediación internacional que haga valer la voluntad del pueblo venezolano y ponga fin a la represión y a los crímenes que no tienen lugar en países civilizados.
La sentencia de la Corte Suprema en Venezuela es un descaro prolongado y una falta de respeto al pueblo y a los Tres Amigos, que con buenas intenciones han oxigenado al régimen. Brasil, Colombia y México deben mantener la exigencia de una verificación independiente de las actas. Lula tiene la oportunidad de reivindicarse en la historia al ponerse del lado de la verdad, la democracia y la libertad en Venezuela.
Chile debe apoyar opciones razonables que reconozcan la victoria de la oposición democrática del pasado 28 de julio de 2024 y ofrezcan una salida digna para Maduro y su familia, incluyendo una amnistía inmerecida si es necesario. Rusia y China no pueden imponer sus intereses por la fuerza a los venezolanos. Estratégicamente, Venezuela es similar a Ucrania.
La voz de los votantes venezolanos no será silenciada por la represión, la censura o la desinformación, afirmó la semana pasada Brian Nichols, subsecretario de Estado de EE. UU., en un mensaje de esperanza dirigido al pueblo de Venezuela, que votó por su libertad el pasado 28 de julio. Y entre el coro de voces que claman por la libertad y la democracia en Venezuela desde todos los rincones del mundo, la voz del presidente Gabriel Boric resonará con fuerza, reafirmando su compromiso con los valores democráticos y la defensa de los derechos humanos.
Autor: Juan Carlos Pérez-Segnini Rodríguez, 12 de agosto de 2024.
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