¡Absurdo! y con el respeto del que no es tan merecedor, sobremanera, el señor presidente Nicolás Maduro, quien ante un hecho internacional con mayor número de sanciones récord, donde destacan unas tres naciones de cierta relevancia nundial: Rusia (14022), Irán (4268) y Siria (2643), ostenten unos salarios mínimos, que oscilan entre unos 50 a 300 dólares, mucho más altos que los de Venezuela, última en cuanto al nivel de ingresos, con poco menos de unos cinco USD, lo que hace impagable a la canasta básica; ahora mismo, en poco más de unos USD500, según revisiones a cargo de Statista, países donde sus trabajadores disfrutan de mejores salarios mínimos que en esta Venezuela depauperada, su Ejecutivo aduzca tan infelizmente que, “no se puede aumentar el salario mínimo por el bloqueo; igual sofisma con el cual los Castro velaron y sojuzgan aún, al pueblo cubano por más de unas dos décadas y sin atisbo a plazo alguno, hoy por hoy, para redimirse de ese régimen o escarnio funesto y retardatorio.
Y, es así, como el régimen chavista se burla de las necesidades de sus trabajadores y pensionados, incluidos los efectivos FANB, faltos de dotación, además de otras facilidades, ahora hasta con venia para salir a “matar tigres” (¡a rebuscársela!) porque por la misma falacia argüida sobre el tal bloqueo, no pueden mejorarles económicamente, que pretende edulcorar con la entrega de bonos por montos irrisorios.
Aspira, torpemente, Condicionar el salario al fin o relajación de las sanciones, lo que pareciera un chantaje pueril, típico del juego de policías y ladrones entre muchachos de las barriadas capitalinas durante nuestra muy memorable década 1950.
En fin, se trata de una situación que el régimen y sus adláteres pretenden, ahora, disfuminar, tal y como estalinistas consumados, mediante un melodrama: la petrocorrupción y los cleptócratas.
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