A mediados de septiembre 2022 la vicepresidenta Delcy Rodríguez expresó que «el presidente Nicolás Maduro ha hablado de la vuelta de Venezuela a la Comunidad Andina de Naciones (CAN) en nuevas condiciones, en nuevos términos, considerando no solamente las vulnerabilidades de nuestro país como nación bloqueada, sino también sus potencialidades”.
Este anuncio tiene como antecedente primordial la decisión del entonces presidente Chávez de separar a Venezuela en 2006 de la Comunidad Andina de Naciones, creada en 1969, cuando éste consideró contrarios a los intereses del mecanismo de integración subregional, los acuerdos de libre comercio firmados por Colombia y Perú con Estados Unidos.
Esta irresponsable decisión tirada por los cabellos de su discurso ideológico trajo como consecuencia lanzar al basurero, el Acuerdo de integración más avanzado del continente, comparado por su contenido con el alcanzado por la Unión Europea luego de ser inicialmente Mercado Común, al incluir no solo lo comercial, también la educación, el deporte y la creación del parlamento andino, de consejos de empresarios y el consejo laboral andino.
En efecto, en la conformación del Pacto Andino el 26 de mayo de 1969, cinco países suramericanos (Bolivia, Colombia, Chile, Ecuador y Perú) firmaron el Acuerdo de Cartagena, con el propósito de mejorar, juntos, el nivel de vida de sus habitantes mediante la integración y la cooperación económica y social, al cual se adhirió luego Venezuela en 1973.
Posteriormente los cambios en la economía global impactaron el desgastado modelo de “sustitución de importaciones” predominante en los setenta, que protegía la industria nacional con altos aranceles, para luego pasar al modelo abierto a finales de los ochenta. Marcando el contexto para reformar el Acuerdo de Cartagena y adaptarlo a los cambios en el escenario internacional se creó la CAN en 1997, denominada en sus inicios el Pacto Andino.
Venezuela asumió el liderazgo económico de la CAN como acuerdo de integración económico, cultural, social, jurídico y académico, reconocido como modelo a nivel mundial, al conformar el Parlamento Andino, Tribunal de Justicia y numerosos acuerdos académicos donde se reconocía el ejercicio profesional de las carreras universitarias en los países andinos, adicionalmente existía el Consejo Laboral Andino integrado por 15 centrales sindicales de los países firmantes del Acuerdo, vigilantes de las relaciones de trabajo en la región.
En materia económica, el intercambio entre Venezuela-Colombia en la CAN registró hacia 2005 un volumen cercano a los 4.000 millones de dólares (Beltrán M./Chávez M, 2008), sumándole adicionalmente 1000 millones de dólares con el resto de los países integrantes de la CAN, lo que generaba en Venezuela alrededor de 500.000 empleos entre directos e indirectos.
Toda esta estructura de relaciones de integración se vino al piso con la decisión del entonces presidente Hugo Chávez, de retirar a Venezuela de la CAN en 2006, aduciendo que la firma de los Tratados de Libre Comercio firmados por Colombia y Perú con Estados Unidos eran una puñalada trapera a la CAN. Semejante capricho “lo adornó” enviando tropas y armamento a la frontera andina y zuliana para combatir al neoliberalismo del presidente colombiano Álvaro Uribe, aun cuando pidió luego ingreso al Mercosur, acuerdo comercial que había establecido TLC con la UE, Suráfrica, Israel, India.
Como un Atila del siglo XXI redujo al mínimo la zona industrial de Ureña en el Táchira, el comercio por la zona fronteriza con Maicao, y como dato adicional impactó negativamente la producción de Sidor y empresas básicas de Guayana, de las Automotrices, las Autopartes, entre otros rubros de las zonas industriales del centro del país, las cuales perdieron un mercado importante llevando al cierre a centenas de ellas.
La debacle no se detuvo allí, por el contrario, se acentuó más con los decretos de emergencia emitidos por Maduro, expulsando del país a miles de colombianos residentes en Venezuela, así también redujo el comercio por la frontera zuliana y tachirense entre 2015 y 2018 a niveles de trueque, matraca, contrabando y marginalidad, para luego cerrarse definitivamente el comercio con el cierre de embajadas desde 2019 hasta agosto pasado, ya que en esa oportunidad la “batalla” era contra el presidente colombiano Iván Duque.
Hoy con el anuncio de reapertura de la frontera colombo-venezolana y con la llegada de Gustavo Petro al poder, se pretende presentar expectativas de relanzamiento económico, aun cuando la economía venezolana no es ni la sombra de aquella que participaba en la CAN a finales de siglo XX e inicios del XXI. Como informara recientemente el presidente de Fedecámaras el intercambio comercial hoy entre los dos países sería tan desigual que de cada 10 productos si acaso 2 serían venezolanos.
En resumidas cuentas, no se debe olvidar el crimen cometido contra la economía nacional y contra la población, por quienes han detentado el gobierno nacional durante el siglo XXI, cuyo accionar demuestra les importa un pito la CAN, ni desarrollo económico alguno que no sea obtener y saquear recursos del país para mantenerse en el poder.
Por tanto, crear falsas expectativas que lloverán los empleos y para Venezuela se abrirá una esperanza, es desconocer la realidad del terrible daño que se le hizo al país, el cual no se puede reparar con discursos elocuentes o encuentros presidenciales, sino a partir de compartir y diseñar políticas de desarrollo integral para la región mediante la consulta a los actores del proceso de integración, entre estados, trabajadores y empleadores privadores.
https://www.analitica.com/opinion/anuncian-el-regreso-a-la-can-luego-de-abandonarla-en-2006/