En 1920 H.D. Lawrence enfermo y estuvo al borde de la muerte, lo cual hizo que volviera el tema que tanto lo obsesionó a lo largo de su vida, la resurrección de Jesucristo y su pasión por el paganismo, en el relato publicado en 1930 escribe:
“Ya no sabéis rezar: rezar es dar sentido pleno a la vida presente, es eternizar lo efímero por el sentido íntimo, profundo, por la suave y vigilante meditación” H.Lawrence). Parecería estar definiendo el autor del censurado libro de El Amante de Lady Chatterley, 1928, que al enviar a diversas editoriales inglesas de plano se negaron y le respondieron “no lo publique. Por su propio bien”. Sin embargo en Florencia fue editado. Y solo hasta 1960 fue cuando la editorial Pinguin demandó y logró ganar un largo y tortuoso juicio logrando la primera edición de la novela en el Reino Unido, que había sido censurado por tres décadas por libertino y pornografico, inmediatamente el controvertido libro al venderse libremente se convirtió en un Bestseller desde sus primeras ediciones al personaje central de “Lady Chaterly” casada con un aristócrata inglés lisiado paraplejico por sus heridas en la I Guerra Mundial, al conocer al guardabosque llamado Oliver, quien embelesado por la belleza de la naturaleza vivía en en su cabaña pleno al verse rodeada de tanto esplendor, contrasta con el esposo y amigos de la dama, que vivía en una suntuosa casa sumido en la tristeza por su trágico destino, tras las secuelas de la tragedia que fue la guerra de Trincheras. Son dos seres que representan dos visiones poéticas de la existencia y dos dimensiones opuestas de la vida. La pagana-dionisiaca, dominada por la comunión con la naturaleza, sin llegar a los excesos de la deidad griega por sentir Oliver empatía y comunión con el cosmos, cómo diría Carl Sagan somos polvo de estrellas que toma conciencia de sí.
El Sentir palpitar las fuerzas de la expansión que es la vida en sí, y el dominio de eros que se representa en la empatía y fusión del guardabosque con con la fauna y flora del salvaje lugar, alejado de todo sentido tánatico propio del dueño del bosque, que se relató en los encuentro amorosos de los amantes. Son dos visiones de la realidad enfrentadas, que el escritor proyecta en el Cristo de su relato de “El Gallo Escapado” (1930)
“—¡Detenlo, Maestro! —gritó el campesino—. ¡Se me ha escapado!
Con una repentina sonrisa, el hombre al que se había dirigido desplegó su sudario frente al ave que saltaba, formando dos grandes alas blancas. El gallo cayó aleteando hacia atrás y soltando un graznido, mientras el campesino saltaba a su vez hacia delante. Hubo un tremendo batir de alas y, por fin, el gallo escapado quedó bien sujeto bajo el brazo del campesino, con las alas plegadas, la cara asomando locamente hacia delante y un ojo redondo sobresaliendo por entre las blancas agallas.
—¡Es mi gallo escapado! —dijo el campesino, apaciguando al ave con la mano izquierda mientras miraba con ojos sudorosos hacia la cara del hombre envuelto en lino blanco.”
Sería el Cristo del novelista para quien rezar es sentir el palpitar de la vida y no ser quien lava el pecado de la humanidad al ser el cordero sacrificial. Esta remirar sobre el llamado el cordero del señor proyecta la filosofía de la vida del escritor, en su relato, pues en él se indaga y reexamina este drama sacro que proyecta en sí y en el guardabosque. Destaca así y niega una religión y cultura basada en la culpa, uno de los fundamentos de la civilización occidental.
Probablemente la imagen del gallo el escritor, la toma del Nuevo Testamento cuando en la Última Cena ante las promesas de fidelidad de Pedro, le dice: “Antes que cante el gallo me negarás tres veces”, como pasó cuando fue llevado al ser capturado Cristo en Getsemaní y juzgado en el templo, episodio que es poéticamente y visualmente mostrado en la película de Mel Gibson “La Pasión de Cristo”, brillantemente acompañada por la banda sonora de Peter Gabriel. El Gallo asocia al redentor con el el amanecer, de ahí que en el cristianismo primitivo sea un icono que hace referencia a la resurrección, pues su canto señala el alba, este relato del escritor es un reflexión sobre este aspecto de la vida de Jesucristo.
El punto de su vida de mayor polémica y misterio del redentor es su resurrección a los tres días, que varía en sus interpretaciones en los evangelios apócrifos. Y crea diversas crónicas del posible volver a la vida tras tres días en las catatumbas y su encuentro con sus discípulos que son una de las más cuestionadas verdades del cristianismo.
El despertar de Cristo en la catatumba, el narrador crea un clima poético de transición, entre la vida y la muerte a través de la palabra usada como metáfora: “Despertó entumecido, y con frío, dentro de una agujero excavado en la roca. A través del largo sueño, su cuerpo había estado lleno de dolor, y aún seguía lleno de dolor…”(H.D.Lawrence)
Estamos ante el retorno de la muerte, así como volvió Osiris tras ser asesinado por Seth, al lograr su esposa Isis recuperar su cuerpo y poder concebir con él un heredero. Nos lleva al rol de Osiris como deidad de la naturaleza y de la fertilidad, episodios mitológicas que guardan similitud con la crucifixión de Cristo y su resurección en la catatumba, pues él retorno a la vida es una metáfora a una semilla plantada en el interior de la tierra, son el despertar a la vida abriendo sus hojas buscando la luz solar, recuerdan el relato del escritor: “Las ventas cayeron , y viose cercado por estrechas paredes de piedra, sintió la angustia del aprisionamiento”. Al resucitar pasa días en el patio de un campesino tomando sol, como si fuera una planta en crecimiento.., el sol era lo único que lo atraía y le hacía vibrar. ”(D.H.Lawrence). Este simbolismo lo enriquece el escritor al asociar su volver a la vida a un gallo, que anuncia con su canto el amanecer, exorcizando las fuerzas de la noche y la muerte. Icono en el cristianismo primitivo de Cristo y en la alquimia del retornar de la muerte, asociándose también al mercurio, y a la evolución interior. Proceso que da en Cristo en el relato al meditar sobre su drama: “Mi misión ha terminado, y mi prédica ha concluido, y la muerte me ha salvado de mi propia salvación…He muerto y ahora conozco mis propios límites. Ahora puedo sin obstinarse en arrastrar a otros. Pues mi alcance termina en la punta de los dedos de mis pies. Quise abrazar multitudes, yo que jamás he abrazo una mujer.., pero Judas y los altos sacerdotes me libraron de mi propia salvación, y ya no soy un amantes de las multitudes.”(H.D.Lawrence).
Estás reflexiones nos acercan a la filosfía de vida del escritor, y su sentido profético.
Al afirmar la imposibilidad de producir cambios radicales en la humanidad, con su agudas críticas al belicismo y el impacto de la salvaje minería, pues aprende a comulgar con las fuerzas de la vida, y del amor. Lo cual afirma en El Amante de Lady Chatterley: “Si se les pudiera explicar que vivir y comprar no son lo mismo. Pero es inútil..”
Él una vez muerto se hace consciente de uno de sus grandes errores, fue dar si recibir, pues se genera una relación de desigualdad y por tanto de Poder al destruir la imposibilidad del amor mutuo, y convertirlo en coerción espiritual. “Y yo, en mi misión.., también caí en excesos. Daba más de lo que tomaba, y esto es vanidad… No caigas en el exceso de dar, Madgalena eso significa otra muerte…”
Cristo vuelve al mundo con un gallo entre las manos, tras abandonar su refugio como curandero, va conocer y enfrentar el amor real. Asimilándose a Osiris, para engendrar un hijo que los haría resucitar nuevamente, y dándole las espalda a los apóstoles. Reconstruirá su lacerado cuerpo, así como Isis rehizo la despezada corporeidad de Osiris, para tener un hijo, que los haría resucitar nuevamente: “He sembrado la semilla de mi vida, he dejado para siempre mi contacto en la mujer, y llevó aún su perfume en la carne”.
De esta manera nos lleva D.H.Lawrence a su visión de la trascendencia, al hacerlo convivir en el templo de Isis, y buscar otro camino para su vida..la cual se da a través de la espiritualización de la corporeidad, su visión de Jesucristo es paganizada: Pan el omnipotente sería su Dios…: “He sembrado la semilla de mi vida y mi resurrección, y he dejado para siempre mi contacto en la mujer escogida de esta hora, y llevó su perfume en mi carne como la esencia de las rosas. Ella me es querida ahora, en el medio de mi existencia. Mas la dorada y viscosa serpiente se enrosca de nuevo para dormir al pie de mi árbol.
Que me lleve, pues, el bote. Mañana será otro día”…..
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