El músico español Francisco Javier Labandón Pérez, más conocido por El Arrebato, compuso en el 2019, una de las canciones más significativas, a nuestro entender, de la lírica moderna acerca de la vida y del amor. El Arrebato, viene de una familia que mezcla la sangre de Sevilla con la de Barbate, con una gran influencia del flamenco, como expresión artística que nace de la mezcla de las culturas árabe, judía, de los gitanos, con una carga importante de la cultura andaluza.
El Arrebato ha sabido manejar la influencia de la cultura Andaluza, con la música pop, haciendo referencia a una combinación de distintos géneros musicales populares dentro de una sociedad; este tipo de música es hecha para ser altamente comercializada; dice la leyenda urbana que El Arrebato mandó una maqueta a Dioni, un integrante de “Camela” (un grupo musical español, promotores y precursores del estilo bautizado en los años 1990 ), quien la envió a su discográfica, EMI, la cual apostó por él y decidió grabar lo que sería el primer disco de El Arrebato: Poquito a poco, con el que logró un éxito muy superior al que había tenido con Piel Morena y mucho mayor del que él mismo esperaba.
El Arrebato comenzó con “Poquito a poco” (2001), como ya se destacó, para continuar con “Una noche con arte” (2003), “Que salga el sol por donde quiera” (2004), “Un cuartito para mis cosas” (2006), “Mundología” (2008) y “Lo que el viento me dejó” (2010) entre los que más destacan.
La letra de “Primaveras en el pelo”, en su lírica, es la alegoría autobiográfica, según el compositor, de su vida sentimental al lado de su esposa Rocío, con quien se casó cuando tan tenía 19 años; la pareja, que tiene cuatro hijos, ha renovado sus votos y lo ha hecho con sus familiares y amigos más cercanos que asistieron a la boda vestidos de blanco.
De esos sentimientos surgió como erudición unos versos de gran carga emocional y humana; comienza: “Ella buscaba un guerrero/ Que sostuviera sus miedos/ Que respetara sus heridas/ Esa necesidad de tiempo/Y que tuviera el corazón/ Asegurado a todo riesgo/ Era dura de pelar/…” El sentido que El Arrebato le da a la soledad de la mujer cuando ha fracasado en sus relaciones es mágico; la muestra siempre optimista, buscando, a pesar del miedo, la posibilidad de conquistar, entre el sabor amargo de su nostalgia, la sutileza y elegancia del amor.
Continua la lírica de El Arrebato: “Ella buscaba un valiente (Amor)/ Al día dos besos al frente/ Y comprendió de repente/ Que era un tipo con suerte/ Celebrando la licencia que le/ daba su sonrisa/ Para poder soñar…” Se resalta la figura del príncipe valiente e hilvanando la “sonrisa” como la ventana hacia la conquista de los sueños y del amor. Estas estrofas se refuerzan con una descripción que va más allá de una sensación o delimitación de las emociones que marcan la fusión del amor con la esperanza: “Ella tenía el corazón lleno de piedras/ Escombros de pasiones y de amores/ Que salieron rana/ Pero eso lo veía una princesa/ Con el alma de fresa/ Y la boca de nata…” Acá el amor se confronta con los fracasos, con las angustias, con las heridas; porque por más que en una relación haya lujuria, sexo y pasión, un suspiro de amor debe prevalecer. Ese suspiro de amor lo caracteriza la naturaleza de los colores que están inmersos en las flores y frutas de los campos sembrados, con la proteína de las bestias que el hombre cría para existir y vivir. Es la combinación de un renacer de la vida en armonía permanente con el trabajo y la faena de los campos, lugares donde el amor se traduce en silbidos y cantares permanentes, desvaneciéndose los temores y emergiendo la fe en los sentimientos que emocionan al hombre y lo ubican entre la luz y el pentagrama de la alegría.
Continua los versos de El Arrebato: “Y poco a poco, le fue colgando primaveras en el pelo/ Voló con ella, pero sin romperle el cielo/ Cambió sus piedras por pastillas de jabón/ Y poco a poco, le fue cantando bulerías al oído/ Cambiando el fondo de pantalla sus domingos/ Bailando un tango cada noche en el salón” La metáfora de “colgar primaveras en el pelo” es extraordinaria, recuerda el poema 15 de Pablo Neruda cuando comenzaba diciendo “Me gusta cuando callas porque estás como ausente…”, ya que colgar primaveras en el pelo significa devolverle a la razón su delicadeza y transparencia, tanto en pensamiento como en actitud; son versos impregnados de realismo y naturalismo, sin perder la euforia emocional que causa realizar una acción que permita devolverle la belleza a aquellos pequeños pedazos de cielo que quedaron tirados alrededor de los caminos.
El Arrebato, continuando su lírica, vuelve a iniciar la carga emocional de la canción y dice: Ella era reina de un barrio/ La dueña del calendario/ Pero pisaba con miedo/Llevaba el corazón descansado/ Él solo el rey de su agujero/ Pero a corazón abierto/ Era invencible su verdad/ Ella tenía el corazón lleno de piedras/ Escombros de pasiones y de amores/ Que salieron rana/ Pero eso lo veía una princesa/ Con el alma de fresa/ Y la boca de nata/ Y poco a poco, le fue colgando primaveras en el pelo/ Voló con ella, pero sin romperle el cielo/ Cambió sus piedras por pastillas de jabón/ Y poco a poco, le fue cantando bulerías al oído/ Cambiando el fondo de pantalla sus domingos/ Bailando un tango cada noche en el salón/ Y a mitad de una baile, y a mitad de una canción/ Él la miró a los ojos, ella le sonrió/ No me sueltes nunca/ Quédate a vivir conmigo/ Por siempre bailando, en esta canción…” Cierra la segunda parte de la historia con un llamado a la alegría, al jolgorio, a los ojos abiertos, a la piel húmeda que logra zafarse de las piedras y en su lugar las “pastillas de jabón” que hacen referencia a la coquetería y la pureza de quien ama, en conjunto con el anhelado cambio que solamente causa el amor y que lo coloca el compositor enmarcado en el baile y en lo erótico del tango como pieza musical de señorío al momento de abrazar la pasión de un beso y la lujuria de una caricia y una lengua mordida por la pasión.
La canción la termina el autor resaltando una estrofa que al repetirse reafirma el carácter humano y sensible de los hombres y mujeres que son valientes y se atreven a conquistar el amor a pesar de la experiencia taciturna y triste que le haya dejado esos amores que no fueron ni serán: “ Y poco a poco, le fue colgando primaveras en el pelo/ Voló con ella, pero sin romperle el cielo/ Cambió sus piedras por pastillas de jabón/ Y poco a poco, le fue cantando bulerías al oído/ Cambiando el fondo de pantalla sus domingos/ Bailando un tango cada noche en el salón/ Cada noche, en el salón…”
Se cierra el ciclo de una historia que, a juicio de El Arrebato, lleva 30 años de perseverancia, sueños no cumplidos y caricias truncadas, pero que a pesar de eso apostaron a la esperanza y hoy sobreviven a cada mala jugada del destino, donde se cambió el fondo de pantalla sus domingos para dotarlo de familia, tardes grises y amaneceres vertidos de un Sol frondoso que toca cada matiz de un amor que aún El Arrebato está escribiendo.
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