Escribo este artículo la noche del sábado 6 de noviembre, a punto de vencerse el plazo para que en Miranda -y en tantos otros lugares del país- se presenten candidaturas unitarias. No sé cuál será el resultado, pero si no se ponen de acuerdo, el madurismo ganará sin necesidad de hacer trampa.
Cuando yo era una niña, era bastante tremenda y arriesgada. Mi mamá decía que yo “inventaba mucho”. Ciertamente, más de una vez que no le hice caso, lo que más me dolía no era el castigo, sino que me dijera “te lo advertí”, “te lo dije”, “por desobediente”… Pero lo que más me chocaba era cuando me decía “por necia”. Mi mamá jamás dijo una grosería, pero si la hubiera dicho, quizás también hubiera incluido “por pendeja”.
Demás está decir que las elecciones del 21 de noviembre tienen dos enemigos mortales: la abstención y la división de la oposición. ¿Será posible que alguien sea tan ingenuo de pensar que si van divididos -hay lugares donde participan hasta cuatro candidatos opositores- tienen la más mínima posibilidad de ganar? ¡Lo que están logrando es que el castigo a su soberbia sea que la gente no vaya a votar! ¡Caramba, y se lo merecen! Quienes no nos lo merecemos somos los ciudadanos, que encima de todo lo que hemos pasado, nos vayan a asegurar por su arrogancia, cuatro años más de chavismo en alcaldías y gobernaciones.
Roberto Patiño es una rara avis en esta contienda. El retiro de su candidatura fue un acto de patriotismo, de humildad, de hidalguía, de solvencia moral, que en el futuro le traerá enormes réditos en el ámbito político. No así a quienes no se retiraron a tiempo.
En el fútbol, cuando los partidos terminan empatados después de la prórroga, van a penaltis. No es el desenlace ideal, pero es la mejor manera de conseguir el desempate. No siempre gana quien jugó mejor, sino quien haya tenido la suerte de chutar dentro de la potería, o de que su arquero se haya lanzado del lado correcto. Recordemos que en el Mundial de Fútbol de USA de 1994, en la final contra Brasil, Roberto Baggio, jugador de la Squadra Azzurra italiana, uno de los mejores futbolistas de la historia, falló el penalti y ganó Brasil. Baggio, que había anotado 5 de los 6 goles que llevaron a Italia a la final, era el responsable de su derrota. Hubiera dado lo mismo lanzar una moneda y apostar a cara o sello.
Esas cosas pasan en el fútbol y en la política también. Y la verdad es que yo, como venezolana opositora, hubiera preferido que los candidatos múltiples para un solo cargo, se hubieran sorteado quién iba de candidato, hasta con un periquito que sacara el nombre del candidato de un bol, y no insistir tercamente en que iban a participar, pasara lo que pasara.
Y cuando pase lo que pase, tendrán que asumir su responsabilidad frente a su electorado. Y encima, calarse que un mar de compatriotas les reclame, con toda razón: “eso les pasó ¡por pendejos!”.
@cjaimesb
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