El régimen chavista ha pasado por diferentes etapas desde su llegada al poder. En sus inicios, procuraron mostrarse como un proyecto “profundamente democrático y popular”. En esta etapa, las apariencias importaban, pues había preocupación por la manera como se les percibía nacional e internacionalmente. Pero la realización periódica de elecciones semi-competitivas no pudo ocultar la verdadera naturaleza del chavismo por mucho tiempo, como todo proyecto totalitario y hegemónico, una vez consolidado el control interno, pronto las elecciones dejaron de ser útiles y la opinión de la comunidad internacional, simplemente irrelevante, intrascendente.
A la dictadura nada parecía importarle y la presión internacional, tan efectiva en el pasado para lograr que el régimen reculara en ciertos aspectos, funcionaba cada vez menos. Aunado a ello, la ausencia de mecanismos coercitivos en instancias internacionales se traducía en el total irrespeto de las decisiones condenatorias del Estado venezolano. Venezuela se convertiría de manera vertiginosa en un Estado forajido, aislado completamente del mundo y con millones de venezolanos como rehenes.
El poder absoluto garantiza absoluta impunidad. Eso fue lo que debió haber pensado la camarilla al mando cuando persiguió, torturó, encarceló y asesinó a miles de venezolanos y obligó a otros más de cinco millones a huir del país. Es posible que la inoperancia y los tiempos tan largos de la justicia internacional hayan contribuido a alimentar esta percepción. Lo hemos dicho en otras ocasiones, lamentablemente los tiempos de la justicia internacional no son los tiempos de las víctimas ni de quienes sufren. Pero la hora de la justicia parece finalmente aproximarse y la prueba más fehaciente de ello es la necesidad del chavismo de volver a sus inicios, volver a las apariencias.
Las conclusiones del informe preliminar de la Corte Penal Internacional (CPI) deben conocerse pronto y esta vez el reloj no los acompaña. El mismo tiempo que una vez los ayudó, hoy los condena, pues resulta supremamente difícil, por no decir imposible, aparentar justicia cuando durante años se la negaron a quienes clamaban castigo para los culpables y cuando hablamos de culpables no nos referimos solamente a quienes torturaron o dispararon, sino a quienes dieron la orden. Todo lo demás no será más que otro intento fallido de aparentar, afortunadamente, cada vez son menos los incautos.
@BrianFincheltub