MEIN KAMPF (Mi Lucha) es un libro reconocido como la autobiografía y el ideario político del más nefasto tirano y demagogo de la historia humana, Adolfo Hitler. Se trata de una obra en dos volúmenes en la que en el primero, el autor quien se había desempeñado con el rango militar de Cabo de la Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial incluye anécdotas autobiográficas, además de reflexiones sobre la caótica realidad de su país, humillado con las condiciones de Paz a las que fue sometido en el Tratado de Versalles (1919), e incorpora además las bases para el establecimiento del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán (NAZI). Dicha obra fue escrita durante el encarcelamiento de Hitler, luego de su fallido golpe de estado cuando intentó tomar el poder en Múnich, en noviembre de 1923. Este primer volumen fue editado el 18 de julio de 1925 con ventas que solo alcanzaron 9400 ejemplares. El segundo volumen, publicado en el verano de 1928, contiene el ideario detallado del partido y la estrategia para su implantación en el país, fundamentada en el antisimetismo y militarismo en política exterior.
Luego de la constitución del partido NAZI las ventas de MEIN KAMPF se elevaron a 54.000 ejemplares en 1930 y a 90.300 en 1932. Y a la llegada de Hitler al poder su obra se convirtió en un texto de lectura obligatoria y se vendieron un millón de ejemplares y 4 millones en 1938. Ya para1945 las ventas habían alcanzado 12 millones, lo que le representó al dictador ingresos superiores a los 10 millones de marcos.
Como señala Luciano Aleotti, MEIN KAMPF (Mi Lucha) considerada como la autografía de Hitler, esboza lo que sería su credo político y los fundamentos ideológicos del nacionalsocialismo, con los principios que guiaron su régimen tiránico y demagógico, en los que se prescribe que la propaganda debe ser dirigida solo a las masas, con mensajes bien sencibles que faciliten la comprension de los más humildes. Se proclama que todos los medios son buenos, desde las extorsiones secretas hasta los procedimientos sin escrúpulos y venenosos que el contrario no está en situación de responder por sus principios éticos. Se señala que la propaganda debe estar sustentada en grandes mentiras, en las cuales por la simplicidad del modo de pensar de las masas no es difícil envolverlas y conducirlas. Igualmente se plantea que el mensaje propagandístico debe limitarse a poquísimos puntos, pero repetidos insistentemente, debido a que las masas -según esa doctrina- tiene una capacidad de recepción bastante limitada, con inteligencia modesta y débil memoria. En el mismo sentido, ese manual del tirano proclama que el caudillo demagogo debe demostrar a las masas que los enemigos más diferentes pertenecen todos a una sola categoría contra la cual debe desencadenarse un ataque constante de mentiras y calumnias hasta provocarles un estado de histerismo colectivo.(1) En síntesis los fundamentos ideológicos recogidos en MEIN KAMPF se sustentan en la insólita idea de una clara jerarquía racial en la que algunas razas son superiores a otras y en la promoción del odio contra los judios y los bolcheviques, promoviendo la dictadura de un partido único antiliberal y anti pacifista y un estado alemán racialmente puro y paneuropeo. Fue esa la macabra ideología que, en abierto desprecio a la democracia, al humanismo y el pacifismo y con la idea central que el fuerte debe aplastar al débil, causó el Holocausto de 6 millones de seres humanos y una Segunda Guerra Mundial con más de 40 millones de muertos, más de la mitad de ellos civiles, víctimas superadas solo por los casi 100 millones de muertos producto del empeño de expandir globalmente el comunismo con métodos tiránicos similares empleados por Lenin y Stalin.
Como hemos señalado, esa doctrina dictatorial se ejecutó durante el nazismo con el férreo control de los medios de información. Es así como a solo un mes de haber asumido la Cancillería de la Alemania nazi -30 de enero de 1933-, el dictador anunció sus intenciones de crear un ministerio de propaganda, lo cual se concretó en marzo de ese mismo año bajo el título de Ministerio del Reich para la Ilustracion Pública y Propaganda al frente del cual designó a su cercano amigo Joseph Goebbels, una de las más malévolas personalidades del nazismo. Mediante “decretos de emergencia” el régimen impuso además otras medidas de control con fuerte restricción de la libertad de opinión, libertad de prensa y sobre las libertades individuales. Además, el Führer, como se hizo llamar el caudillo dictador, promovió decretos para la confiscación e intervención de bienes e impuso las conferencias de prensa del gobierno con la obligación de asistencia de todos los periodistas acreditados en Berlín, las cuales se convirtieron en un monólogo gubernamental como instancia adicional de propaganda del régimen.
Desde los primeros cuatro años Hitler y su Partido Nacionalsocialista lograron imponer las sórdidas recetas de MEIN KAMPF, esa biblia de tiranos, sometiendo a un control absoluto a la prensa y radiofónica y sobre toda la sociedad alemana, incluyendo la universidad que fue transformada en centro promotor de la fe nazi.
En sus doce años de autoritarismo demagógico y belicista ese sátrapa psicopata impulsó aceleradamente el militarismo con el alistamiento militar obligatorio, elevando los gastos del ejército del 24% del presupuesto del Estado a cerca del 60% al final del régimen, con lo cual llevó al país al genocidio antisemita y a la dramática tragedia que le produjo a Alemania la derrota en la Segunda Guerra Mundial, para terminar suicidandose con su amante el 30 de abril de 1945. Días antes había sabido del ajusticiamiento de su cómplice italiano Benito Mussolini, otro tirano mesiánico con similares ideas. Terminaron así las sórdidas existencias de dos caudillos esquizofrénicos que quisieron imponer una biblia de tiranos que destruyó gran parte de Europa.
Bertolt Brecht, uno de los literatos alemanes más odiados por el nazismo, advierte sobre los peligros de la recurrencia de estos regímenes que, siguiendo la biblia de los tiranos y demagogos, han llevado a sus pueblos a grandes tragedias, con masivas violaciones de derechos humanos cuando señala que “Este monstruo una vez estuvo a punto de gobernar al mundo! Los pueblos se libraron de ello, pero no cantemos victoria demasiado pronto: el rezago del que nació es todavía fecundo.” (2)
A 96 años de la primera edición de MEIN KAMPF se confirma la advertencia del ilustre escritor alemán cuando vemos en America Latina y el Caribe ejemplos de despotas tiránicos y otros aspirantes a serlo, con las ideas de la biblia del Führer como fetiche de la ideología que destruyó gran parte de Europa. Ahora ya no es el antisemitismo de Hitler sino la prédica antiimperialista y el estatismo lo que alimenta el mensaje de esos dictadores populistas que han surgido ante la crisis de principios y de ética política, la ineficiencia de las instituciones democráticas, la inequidad y el déficit de capital social que persiste en la región. Frente a esa recurrente amenaza se impone, como estrategia para fortalecer la democracia y preservar la libertad, la denuncia de las perversidades del autoritarismo, del estatismo y de la demagogia populista. Pero igualmente se requiere el fomento de la educación para la promoción del civilismo y el compromiso ciudadano como condiciones fundamentales para lograr en democracia el desarrollo humano sustentable, fundamentado en los principios de la solidaridad, la equidad y la justicia social.
(1). Luciano Aleotti, Pro y contra Hitler, los dossiers Mondadori, Edifrans Mondadori, Madrid, 1973.recurrenteimponeimpone
(2). Aleotti, por.cit.