¿Por qué dicen que Maduro pateó la mesa y sin negociación posible decretó la opresión total para todos? (Análisis Urgente)

Las insólitas condiciones que expresó Nicolás Maduro para negociar con la oposición, hacen pensar que pateó la mesa antes de que la instalaran, y de nuevo deja sin salida a la mayoría de venezolanos que dentro y fuera del país, claman por un cambio.

Mientras que en nombre de la oposición Juan Guaidó ha explicado los puntos más relevantes de su propuesta de Acuerdo de Salvación Nacional, el presidente chavista ha dicho que le deben levantar todas las sanciones, le deben dar acceso a todos los recursos de Venezuela en el exterior, y todas las naciones que le han visto en el mejor de los casos como un usurpador, tienen que reconocerlo como legítimo presidente constitucional.

Es decir que para negociar, Maduro pide a sus adversarios internos y a la comunidad internacional que se le opone, que claudiquen plenamente. ¿Así puede haber negociación, que además de lo político destrabe toda la tarea humanitaria que hay que hacer por los venezolanos?

El director de la firma Analítica.com, Emilio Figueredo, cree que aunque sea muy ramplona la madeja de condiciones expresadas por Maduro, en realidad lo que significa es que está llevando a la mesa la apuesta mayor, por absurda que parezca, para que en el “rebanado” de una negociación, puedan sus delegados salvar los más importantes intereses del grupo.

Cree Figueredo que va a haber una negociación y que para su arranque es sumamente importante la reunión que el 16 de junio se llevará a cabo en Ginebra, y en la que se verían las caras el presidente de Estados Unidos y el de Rusia.

Puede ser clave la reunión de Putin y Biden en Ginebra

Si bien Vladimir Putin es un aliado político de Nicolás Maduro, siempre ha reconocido que en Venezuela debe haber un diálogo que propenda a resolver el problema de un país que sufre una crisis socioeconómica severa, no obstante haber sido una de las naciones más ricas del mundo.

Y Joe Biden ha dejado claro que su actuación respecto de Venezuela no será unilateral, como en los tiempos de Donald Trump, por lo que ahora su voz representaría la estrategia coordinada de Estados Unidos, la Unión Europea, Canadá, Gran Bretaña, el Grupo de Lima y el Grupo Internacional de contacto, entre otros, que procuran una solución negociada, con muchos garantes internacionales.

Puertas adentro, es de significar que la insistencia de Juan Guaidó en que la oposición está lista para negociar el Acuerdo de Salvación Nacional, ha recibido la adhesión del ex candidato presidencial Henrique Capriles, quien por varios meses había estado muy distanciado del que aún es reconocido por decenas de países libres como el legítimo presidente interino de Venezuela.

Cuando la Unión Europea y Estados Unidos sorprendieron con su decisión de no atacar al nuevo Consejo Nacional Electoral, impuesto por la cuestionada y desconocida Asamblea Nacional presidida por Jorge Rodríguez, en líneas generales se habló de que el nuevo ente constituía un buen inicio, y más, conteniendo a los opositores Enrique Marquez y Roberto Picón

¿Pero un buen inicio de qué? Obviamente de un proceso de negociación, de asuntos electorales, que no son precisamente los del festival comicial del 21 de noviembre con el que se siente a gusto Maduro: regionales, municipales y concejos municipales.

Las repetidas cartas bajo la manga de Nicolás Maduro no serían suficientes ahora

Claro que el madurismo podría creer suficiente llevar a esa mesa, además de las increíbles exigencias de Maduro, sus piezas de canje: devolución de los partidos opositores a sus verdaderos representantes, habilitaciones políticas de algunos personajes, y el cruel canje de presos políticos por participacionismo opositor en las tretas electorales del chavismo. Pero le están dando un “parao”.

Como dato aparte, relacionado con las fichas de canje del régimen, ha llamado desagradablemente la atención que haya sido Roberto Picón, un rector que se cuenta como opositor, en vez de uno de los tres rectores aliados a Maduro; quien dijera a los inhabilitados políticos que podrían contar con una amnistía si se anotan para participar en las elecciones del 21 de noviembre organizadas por el madurismo.

Una agenda electoral negociada en el marco del Acuerdo de Salvación Nacional, contando de lado y lado suficiente observación internacional, se debería entender como una secuencia de eventos comiciales que entrañe el que pudiera resolver la raíz del problema: la elección presidencial.

Las Garantías que asegura Juan Guaidó en el Acuerdo de Salvación Nacional

De su parte, en el equipo Guaidó, ahora con el respaldo de Capriles y buena parte de la plataforma unitaria recién creada; en el capítulo político del Acuerdo destacan que se disponen a conceder garantías, salvaguardas, una suerte de amnistías específicas, para el chavismo y la oposición, teniendo como garantes a las naciones que apoyen a Maduro y a las que apoyen al factor democrático venezolano.

Una cosa es esa agenda electoral mencionada, otra cosa son las piezas de canje del madurismo, otra diferente es el abanico de garantías, que incluye levantamiento de sanciones según el Acuerdo de Salvación Nacional; y otra muy diferente es la activación del referendo revocatorio contra Maduro que ha intentado esta semana un grupo de dirigentes políticos acompañados de varias agrupaciones de la sociedad civil.

Ante las oficinas del Consejo Nacional Electoral, específicamente al rector Roberto Picón, tanto el politólogo y ex preso político Nicmer Evans, como el ex gobernador y parlamentario emérito César Pérez Vivas, entregaron la solicitud, el aviso, de que la iniciativa ciudadana, con fundamento en la Constitución Nacional, activará el proceso para revocar el mandato a Nicolás Maduro.

Las dificultades del referendo revocatorio que deben urgentemente resolverse

Mientras la presión de una comunidad internacional ahora mejor estructurada para el caso de Venezuela, pudiera ocasionar que a Maduro se le achique el espacio para el truco y el abuso, como los que rompieron un vigoroso proceso revocatorio en 2016; los proponentes de un nuevo referendo tienen que lidiar con nuevas realidades.

Que los ciudadanos crean, por ejemplo, que pedir un revocatorio no comporta un acto de reconocimiento de legalidad a Maduro, sino más bien el uso de una herramienta que les pertenece para no dar cuartel en la lucha para liberar a Venezuela, aprovechando todos los escenarios; es una meta fundamental, porque el proceso está obligado a concitar unidad y mucha movilización.

Si se logra el entusiasmo y la movilización de la gente en torno al proceso revocatorio, entonces hay que presionar para que la comunidad internacional lo tome tan de importante bandera, que se le incluya en la mesa de negociaciones, prioritariamente.

Por cierto, consultado sobre este mecanismo, el Embajador de Estados Unidos en Venezuela, James Story, dejó claro que su gobierno lo contempla y lo valora con mucha seriedad.

Obviamente al equipo de Maduro no le convendrá la idea y tratará de neutralizarla, pero entonces, promotores y ciudadanos realmente movilizados, con el apoyo internacional, tendrían que lograr que el casi imposible camino de requisitos para activar el revocatorio, ponga a prueba sobre todo a los rectores condiderados de oposición en el CNE, para que emprendan una corrección tal, que el ente propenda a facilitar en vez de obstaculizar esta gran consulta ciudadana.

Por cierto, esta diligencia por el revocatorio se hizo en mayo, porque fue en este mismo mes de 2018, que Nicolás Maduro prestó juramento como supuesto presidente reelecto, ante la cuestionada y también rechazada Asamblea Nacional Constituyente, entonces presidida por el Capitán Diosdado Cabello.

Que si la mitad del mandato es en mayo de 2021 o en enero de 2022, es algo que ahora debe despejarse para seguir cerrando puertas a las tácticas obstruccionistas contra el revocatorio presidencial.

Mientras Venezuela sigue en terapia intensiva

Todo lo narrado anteriormente toma a gran parte de la población venezolana en una actitud de hastío frente a los procesos políticos y una situación de desespero respecto de al menos garantizar la supervivencia.

Como si se tratara del coronavirus, olas y nuevas olas de familias en retirada, con su martirio a pie, desde cualquier parte de Venezuela hacia las lineas fronterizas, retratan el rostro más duro del deterioro del país, la pérdida de la expectativa de un buen futuro, que sigue causando la más grave crisis migratoria de venezolanos para centenares de países.

En el Acuerdo de Salvación Nacional se hace un especial acento sobre el tema humanitario, porque ni siquiera se cuenta con un plan nacional de vacunación contra el Covid, y las muertes por contagio, entre médicos, personal de enfermería y demás trabajadores sanitarios, dan cuenta del colapso del derecho humano a la salud.

La inflación, incluso dolarizada, hace añicos el valor del trabajo frente a la necesidad de contar con la cacareada seguridad alimentaria.

Parece todo estar acelerando el ritmo hacia el abismo, y es por eso, que luce inevitable la ruptura de esa apariencia de normalidad en la que se mueven Nicolás Maduro y algunos aliados internacionales, como el presidente argentino Alberto Fernández, quien por sus declaraciones sobre el “mejoramiento de la situación de derechos humanos en Venezuela”, casi que podría optar al galardón del sesohueco del año.

Por eso hay que mantener el interés en lo político, pese a que los políticos anden volando bajo en la confianza de la gente, pues desde la política se le vino encima a Venezuela la peor de sus pesadillas. Participar es lo opuesto a rendirse.

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