La pregunta sobre la naturaleza de un eventual gobierno de Gustavo Petro en Colombia, ha estado muy fuerte en el ambiente, tras la publicación de la encuesta en la revista “Semana” que coloca al líder de izquierda en el pedestal del “arrasador”.
Consultamos al respecto al profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia, Javier Garai; y se inclina a calificar al “campeón de esta encuesta” como la encarnación de un proyecto “liberticida”, proclive a la violencia.
Ciertamente Gustavo Petro, quien tiene lejano origen en la militancia guerrillera de Colombia, por varias décadas ha estado en el “gimnasio” de la democracia, donde ha sido Alcalde, Parlamentario, y siempre una opción de izquierda a la presidencia que hoy parece
estar en su mayor esplendor. Sin embargo no necesariamente con él, tanto las Farc como el ELN se meterían a despachar desde el Palacio de Nariño.
Garai, también Doctor en Ciencias Políticas, cree que para lo que considera “dictadura de Nicolás Maduro en Venezuela”, un eventual triunfo de Petro significaría quitarse de encima a una de sus principales piedras de tranca para la expansión de su proyecto.
La posibilidad de asociaciones, de frentes políticos ante diversos foros internacionales, y de
apalancamientos económicos a pesar de la depauperada situación financiera de Venezuela, más la experiencia de 22 años en el poder; son asuntos de mucho calibre para un Gustavo Petro que, de ganar la elección, tendría que comenzar a cuidar su estabilidad desde el primer día.
Antecedentes que generan más dudas en torno a Gustavo Petro
Cuando en el año 2002 tomó por primera vez posesión de su cargo el presidente Álvaro Uribe Vélez, la ciudad de Bogotá se llenó de grupos con tambores y platillos para recibir a un invitado especial que llegaba, por cierto, estrenando su AirBus presidencial.
Gustavo Petro fue el organizador de la bienvenida que le dieron los recién formados círculos bolivarianos bogotanos al Comandante Hugo Chávez.
Tres años después, en medio del rubor causado por el ataque en el que murió su “compañero” el comandante Raúl Reyes; en una alocución desde la Asamblea Nacional y frente a todo el cuerpo diplomático acreditado en Venezuela; Hugo Chávez declaró a las guerrillas de las Farc y del ELN como organizaciones sociales amigas y reclamó al mundo
que se les reconociera como fuerzas beligerantes dignas de respeto.
Desde el año 2000, varios periodistas venezolanos habían denunciado la suscripción de un documento denominado Proyecto Fronteras, en el que la revolución chavista garantizaba, a cambio del cese de los secuestros, apoyo económico, atención médica y refugio en tierra venezolana a los irregulares de Colombia, que ya eran catalogados por varias naciones como terroristas y también recibían la denominación de narco-guerrillas.
Gustavo Petro y las guerrillas hoy
La publicación de la encuesta en la que con un 25 por ciento, luce imbatible Gustavo Petro, dado que su más cercano contendor logró apenas recaudar un 6 por ciento de intención de voto; coincide con un grave conflicto entre irregulares en suelo venezolano, y la prosecución de una turbulencia social en varios departamentos de Colombia.
Según el mandatario ecuatoriano Lenín Moreno, informes de inteligencia de su país y también de Colombia, dan cuenta de que Nicolás Maduro habría infiltrado las protestas en Colombia con milicianos que supuestamente apuestan a la caída de Duque y el modelo político que representa. Esta denuncia también la replicó Marta Lucía Ramírez, vicepresidente colombiana y pre candidata presidencial.
Durante las últimas horas se ha informado desde Colombia la deportación de grupos de venezolanos que supuestamente habrían fomentado episodios de exacerbada violencia. Pero también el Ministro de la Defensa, Diego Molano, vincula a guerrilleros de las Farc y del ELN, con el intento de desestabilizar al país.
Gustavo Petro, aunque en esta oportunidad ha lucido más cauto que en el año 2019, cuando se le mencionó como el principal promotor de los actos vandálicos que derivaron en enfrentamientos y destrozos importantes en la capital y otros departamentos, igual apoya los trancones y protestas que se mantienen en Colombia, no obstante haber retirado el presidente Iván Duque la propuesta de reforma tributaria que activó la agitación de las últimas semanas.
Petro, infiltrados milicianos de Venezuela, guerrilleros de las Farc y el ELN, hacen una combinación que remueve temores sobre el futuro de Colombia, porque además acaban de dar de baja al comandante de las Farc, Iván Santrich, en territorio venezolano.
Como se recordará, tanto Santrich como Iván Márquez, fueron considerados por Nicolás Maduro como amigos, siempre bienvenidos a Venezuela y a su palacio de gobierno. Tal declaración se dio en 2019, cuando por los actos violentos en Chile, Ecuador y Colombia, el mandatario venezolano decía públicamente en un acto del Foro de Sao Paulo, que el plan iba saliendo muy bien.
Ahora, la muerte de uno de esos amigos guerrilleros confirma que establecía campamento en Venezuela, y que además formaba parte de un conflicto en el que supuestamente por el control de las rutas de las drogas y contrabando de riquezas extraídas del arco minero venezolano; grupos irregulares colombianos libran una confrontación bélica en la que incluso se han tomado a militares venezolanos como prisioneros de guerra.
Aunque no hay una vinculación denunciada y comprobada entre Gustavo Petro, y la guerra que libran la “Nueva Marquetalia” en la que estaba Santrich, contra el Frente 10 de las Farc encabezado por alias Gentil Noble, la inclinación narrativa hacia la izquierda, al menos obliga a considerar los riesgos de un proyecto “liberticida” enquistado en la presidencia
colombiana.
Frente a ese 25 por ciento de intención de voto que tiene Gustavo Petro, solo hacen contención un 11 por ciento de voto en blanco y un 25 por ciento de la opción “ninguno”; pero esos no son candidatos de carne y hueso. Por ahora, el señor Petro parece avanzar imbatible.
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