Ser exitoso en la vida, y más en tiempos de una pandemia, no supone más que estar consciente de los principios y valores que se tienen para alcanzar los objetivos que uno se propone, es tener nitidez sobre la meta que se quiere conseguir para lograr la felicidad. Sobre todo, ser auténtico al definir su propia rutina que facilitará llegar al destino soñado, que es lo que lo hace ser especial y diferente a los demás, porque es su propósito que le permite visualizar muy bien lo que quiere alcanzar.
Tener una rutina en el buen sentido de la palabra, es ser capaz de identificar las tareas o acciones necesarias a practicar diariamente para lograr ser exitoso, es aprender a amar lo que se hace día a día, para motivarse, mejorar y perfeccionar con el alma, las manos, el corazón y la mente (únicas herramientas que se tienen ocasionalmente), la hoja de ruta para llegar al destino trazado.
El éxito no es tener suerte ni alcanzar una ocupación o posición determinada, es saber descubrir de una manera inteligente la forma de vivir que cada uno cultiva todos los días para ejercitarse y adiestrarse a sí mismo y sentirse victorioso y triunfante de la tarea cumplida. Esto se aplica a la vida personal y profesional de la misma manera y no por caminos distintos, sino en la misma dirección complementando lo que se llama un hábito sano que desarrolla nuestra inteligencia emocional cada mañana, al levantarnos con ese entusiasmo y ese amor por todo lo que se hace, se tiene y lo que se quiere conquistar.
Es aprender a identificar las prioridades sin cargos de conciencia, porque estas pueden cambiar todos los días y el hecho de que hoy tu preferencia sea tu proyecto de familia por encima de tu proyecto profesional o viceversa, no significa que dejas de querer o desatender lo más importante. Esta es una de las claves que considero elemental porque a veces no se dan los pasos acertados por no tener la inteligencia emocional suficiente para aceptar que otra debe ser tu primacía a pesar de que tú mente, tú emoción, tú corazón te indiquen lo contrario.
Es saber vivir, saber reconocer cada regalo que nos da el día, en un paisaje, en la sonrisa de un niño, en una palabra, hermosa, en una melodía, en un abrazo de un ser querido y si no lo tienes en ese instante que lo necesitas, saber buscar dónde está esa ofrenda que en ocasiones es otra clave que nos impregna de energía y que las circunstancias a veces impiden descubrirlo, porque de alguna manera cada lección vivida es el escalón que se necesita para acercarnos a la meta ansiada e imaginada.
Evitar cerrar las puertas que se abren en el trayecto porque la mayoría de las veces he allí dónde se encuentra la respuesta a lo que estamos buscando. Suena a poesía, pero es así a veces tan sencillo y transparente que si no se ve y se activa al instante que aparece, se pierde la energía positiva y la fuerza que se requiere para seguir en el camino.
Y siempre hay que pensar que lo que se ansía es posible alcanzarlo, es viable realizarlo, pero cada ser humano es dueño de su proyecto y conoce los pasos que tiene que seguir, cómo lograrlo, cuándo, por qué y cuál es la ruta por seguir. El secreto es confiar en sí mismo y en el poder que se tiene para alcanzar la cima.
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