Una búsqueda en Wikipedia ilustra a los visitantes sobre la figura de la diosa griega con el nombre de Ocasión. “Ocasión es una mujer hermosa de larga cabellera por delante que le cubre el rostro. Por detrás es calva o está rapada y sostiene un cuchillo con la mano derecha mientras se desplaza encima de una rueda siempre en movimiento”. Explica la mitología que a las oportunidades que presenta la vida es necesario asirlas por sus cabellos antes que pasen, porque una vez que ello ocurre, no hay por donde tomarlas.
A propósito de este inteligente adagio, la desigualdad en el reparto global de las vacunas contra el COVID se está presentando como una gran oportunidad para los países con laboratorios que disponen de ellas. Ello estaría configurando el surgimiento de una “diplomacia de las vacunas” de parte de China y Rusia que tiene como meta a aquellos países con menores opciones de compra.
En el caso de los países latinoamericanos, la batalla geopolítica que se libra entre las grandes naciones por hacerse de importantes volúmenes de las dosis producidas en el mundo, los estaba dejando huérfanos de padrinos hasta que Pekín avanzó su decisión de considerar como “bienes de utilidad pública” a los viales de sus laboratorios. La idea era constituirse en el mayor proveedor mundial para aquellos con más dificultades para acceder a las cantidades de dosis disponibles.
Así, la colocación de vacunas chinas en el continente latinoamericano es ya parte de su política de cooperación con una buena cantidad de los países. Para nadie es un secreto que el vasto subcontinente con 650 millones de habitantes se encuentra aquejado de serias dificultades sanitarias y de enorme estrechez económica y financiera para superar los estragos que causados por el COVID. Ello ha servido para que China diseñe una pieza clave dentro de su diplomacia y arme diferentes instrumentos de cooperación – sanitaria, financiera, humanitaria- que se insertan dentro del propósito estratégico definido desde 2015 de consolidar las mejores alianzas con los actores regionales.
El suministro a la geografía latinoamericana de las vacunas de los laboratorios Sinopharm, CanSinoBIO y Sinovac se ha intensificado, pues, en los meses transcurridos del año en curso. En el 2020 las negociaciones de los latinoamericanos con las empresas chinas se habían iniciado al tiempo que acudían en masa a COVAX a tratar de hacer valer una cuota propia. Mientras esto ocurría, los Estados Unidos de Joe Biden prohibían la exportación de vacunas. El resultado ha sido que, hasta hace una semana, el 70% de las 31.2 millones de vacunas aplicadas a la fecha en la región latinoamericana o 21.8 millones de dosis, fueron suministradas por las farmacéuticas Sinovac y Sinopharm. 6 millones de vacunas de Sinovac serán despachadas en breve desde Brasil, país que cuenta con un laboratorio encargado de producir dosis a gran escala para surtir la demanda de América Latina. Mientras tanto, Bolivia, Chile, Argentina, Perú, Brasil, Venezuela, Uruguay, Paraguay, Republica Dominicana, Colombia, ya tienen aprobada por sus instituciones sanitarias el uso de los productos de tecnologías chinas.
Como va a extrañar, pues, que en la ocasión de la fanfarria armada por la casa de Nariño por la recepción en Colombia de 744.000 sueros de los laboratorios Sinovac hace pocos días, el propio Jefe del Gobierno chino desde Pekín haya enviado una emocionada salutación a los ciudadanos neogranadinos. En medio de este “sálvese quien pueda” planetario y regional, China está haciendo lo que corresponde. Es que al igual que los griegos, también los chinos saben aquello de que “a la ocasión la pintan calva”.
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