Hacia la democracia: “Rómulo y la resistencia adeca en tiempos de jauja” (Parte III) Por José Luis Farías

El fracaso de la estrategia fallida obliga a la revisión y rectificación, mientras la cultura del rentismo crece como mala hierba…

A comienzos de 1955 la lucha contra la dictadura perezjimenizta seguía en un atolladero. La estructura clandestina de Acción Democrática estaba prácticamente desmantelada, al igual que la del resto de los partidos políticos.

La cadena de errores pasaba factura. El drama planteado era cómo salir del atasco, cómo rectificar.

Años de sectarismo y canibalismo interpartidista entre AD, URD, COPEI y el  PCV habían lesionado la capacidad y la disposición para articularse en un plan político común.

El aterrizaje en una política unitaria que enderezara el rumbo se veía lejos.

Los sucesivos fracasos en la conspiración impusieron el repliegue, la represión acentuaba la desmoralización que indisponía a seguir en la lucha.

La escasa dirigencia política interna estaba inhibida y apabullada. El éxito de los planes económicos desarrollistas de la dictadura apaciguaban el país.

No había luz al final del túnel.

La rectificación

En tan duras circunstancias se imponía el lento y complejo camino de la rectificación política. Casi en solitario, de las mentes más lúcidas y los espíritus más dispuestos.

Pero los cambios de rumbo político se toman su tiempo. Además, no era un convicción unánime ni al ritmo del deseo general de la gente.

La rectificación es una tarea paciente de reflexión, debate, persuasión y convencimiento.

Necesita, primero que nada, un clima de confianza entre los protagonistas del cambio. Y la confianza supone el respeto al otro.

Dicho así, pareciera una fórmula sencilla. Sin embargo, del dicho al hecho hay mucho trecho, como nos recuerda el refrán.

Construir una estrategia política no es solo un asunto de buenas intenciones, ni de la formulación de un plan de ideas coherentes y adecuadas a la realidad.

Se requerían las condiciones subjetivas: ese intangible llamado madurez política, además del coraje y la convicción para abandonar las líneas políticas erradas y asumir con determinación la labor que permita abandonar el callejón sin salida.

La tarea del exilio

El repliegue obligado por los sucesivos fracasos de las acciones violentas animadas por la tesis del “regreso inmediato al poder” dio paso a un lento inicio de la reformulación política en AD.

Con el avance del año 1955, el viento comienza a soplar a favor de la unidad, como camino para guiar la lucha y levantar la esperanza contra la dictadura

Había que acabar con las ideas de invencibilidad y eternidad de la dictadura, pese a los reveses y a la depresión profunda que dejó la muerte de dos figuras icónicas: el poeta Andrés Eloy Blanco, el 21 de mayo en México; y el periodista Valmore Rodríguez, el 10 de julio en Chile.

Era oficial: el reflujo del movimiento de masas y el desmantelamiento de la estructura partidista de Acción Democrática durante 1953 y 1954 le habían puesto punto final a la línea política “putchista” del partido.

El deslinde con el PCV

Betancourt y el Comité Coordinador del Exilio asumen con particular optimismo la compleja tarea de definir la nueva política con oposición de muchos de los que desarrollaban la “vida de topo”, como llamaba Rómulo al riesgoso trabajo clandestino.

La decisión inicial fue el contundente y público deslinde del Partido Comunista de Venezuela en una polémica pública que se extiende durante todo el año 1955.

La creación  del Frente Nacional de Resistencia en febrero de 1954 a iniciativa del PCV, y al cual se integran representantes de AD y URD, había crispado los ánimos en la vieja guardia de Acción Democrática, acelerando las acciones para romper definitivamente con los comunistas venezolanos.

Es en Gonzalo Barrios en quien recae la labor de argumentar desde “Venezuela Democrática” los motivos de la ruptura y el rechazo al “Plan de Unidad” propuesto por el PCV desde su órgano “Noticias de Venezuela”.

En el editorial del primer número del periódico de los “desterrados” de AD en México, publicado en abril de 1955, la consistente prosa de Gonzalo Barrios expone las razones:

“En todas las fusiones de grupos políticos, aquel que ostenta las consignas más extremas o radicales tiende a definir el conjunto, a colorearlo y a dominarlo”.

“Por tal motivo, una amalgama de fuerzas con participación comunista provocaría de inmediato -cuando menos- el retraimiento y la inhibición de buena parte de los sectores venezolanos adversos a la dictadura y también al comunismo”…

“En Venezuela no han ocurrido grandes acciones de masa contra la dictadura porque aún no se han dado allí las condiciones sociales que para el caso se requieren. Dichas acciones no han dejado de producirse por falta de ‘unidad’ ni ésta tendría especial virtud para producirla. Al contrario, es lógico pensar que las obstaculizaría seriamente al provocar el ya señalado retraimiento de importantes sectores de la población”.

“La participación comunista trataría, en todo momento, de convertir lo que debería ser instrumento de la lucha contra la dictadura venezolana en aparato de pugna y propaganda contra E.E.U.U. en su antagonismo contra el bloque soviético”…

“La posición comunista – identificar la resistencia contra la dictadura con la lucha contra E.E.U.U. – tendría una lógica, aunque para desesperados, si pudiéramos realmente jugar la carta de la guerra y de la victoria soviética. Pero, aún admitiendo que esa victoria significaría nuestra liberación, hay que reconocer que Rusia ni tampoco E.E.U.U. pueden ganar la guerra. La perderían, como todo el mundo en un caos de ruina y miseria, muy propicio por cierto para que los regímenes autocráticos de la América Latina no solo se mantengan sino que proliferen y acentúen su primitivismo”.

“Ahora bien, si la estrategia comunista, como es conjeturable, no presupone la guerra sino que tiene como objetivo presionar a E.E.U.U. para que llegue a un arreglo de coexistencia pacífica entre ambos bloques, el razonamiento variaría pero no en favor de la tesis unitaria. En efecto, si tal es la situación, habría que concluir que la oposición comunista a la dictadura es un simple recurso táctico que podría resultar sacrificado en las negociaciones del arreglo”…

“Creemos que la paz debe ser finalidad esencial de toda política contemporánea y que ella no puede alcanzarse sino mediante concesiones recíprocas”… (1)

Vientos del cambio 

El aniversario del partido, 13 de septiembre, es momento para insuflar ánimos.

El mensaje de Rómulo alude con especial interés la “crisis de los gobiernos autocráticos de hispanoamérica” como un signo para el optimismo en la lucha contra la dictadura.

Destaca la situación interna de Argentina, “signada de malos augurios para Perón y el ‘justicialismo’”.

Aprecia que en el Perú, el general Odría (a quien considera “ductor y tutor del despotismo en Venezuela), ha debido anunciar que no irá a la reelección”.

En Cuba, distingue que “se resquebraja a ojos vistos los resortes del sistema dictatorial” y distingue que “hasta en la Nicaragua de Somoza se aprecia como una satrapía casi mineralizada enfrenta un poderoso movimiento anti reeleccionista”.

De igual modo, con su habitual agudeza, no desatiende cuanto sucede a escala mundial:

-…”el reciente aflojamiento de la tensión entre Oriente y Occidente hace prever que en America Latina disminuya el apoyo más o menos activo que los gobiernos de Estados Unidos y otros países han dado a los regímenes de fuerza, so capa de la “estabilidad política” que supuestamente garantizaban y de su aparatoso y espectacular anticomunismo”. (2)

Empujar y replegar

El mensaje directo a la militancia partidista es de “Reafirmación de fe” y de compromiso, “frente a todo avatar, nuestra decisión es una, la misma de siempre: seguir luchando”.

Le habla sin tapujos:

-“Un Partido popular y revolucionario puede equivocarse, y se equivoca a menudo, cuando se trazan rutas a seguir. Lo que no puede hacer, sin arriesgar su vida misma y sin desertar de su responsabilidad histórica, es permanecer estático”.

Enterado de las contingencias dramáticas por las cuales ha atravesado el partido en Venezuela, dirige sus palabras a sacudirlo:

-“La actitud de brazos cruzados se deja para las capillas de teorizantes y para los sanedrines de contemplativos. Los movimientos de masas demuestran su vitalidad y su razón de ser actuando siempre, unas veces empujando y orientando la acción popular, en las etapas ascendentes de la marea colectiva; otras, replegándose para la mejor estructuración y adoctrinamiento de sus cuadros, a fin de que sean más aptos para afrontar las luchas futuras. Pero, en todo caso, respondiendo activamente a los requerimientos y necesidades planteadas en cada oportunidad”. (3)

Y por supuesto, no olvida su interés estratégico de construir una determinada plataforma unitaria para la acción política:

-“En ésta hora de nuestra fecha aniversaria, renovamos el llamamiento leal ya formulado en otras ocasiones a las fuerzas políticas nacionales organizadas -Unión Republicana Democrática, Copei- para que articulemos mejor y más eficazmente el frente de la resistencia. Llamamiento extendido a todos los grupos e individualidades, de todos los sectores sociales, con sentido de responsabilidad ciudadana, potencialmente aptos para formar en el Frente de la Libertad”. (4)

Pronóstico “realista con fe”

En paralelo al mensaje aniversario de AD, Rómulo Betancourt escribe el texto confidencial donde esboza las primeras ideas de reformulación de la política asomadas en el texto público.

Se trata del “MEMORANDUM SOBRE LA SITUACIÓN POLÍTICA Y LA DEBILIDAD PARTIDISTA”, fechado el 3 de septiembre de 1955, con un breve pero significativo “Anexo” del 10 de septiembre.

Es el espacio para hablar en modo crudo y confidencial, a diferencia de su “Reafirmación de fe”.

Con la severidad de quien asume sus errores para rectificar, Betancourt pone un cable a tierra al calificar la coyuntura de “desfavorable” y sin rubor alguno admitir que Pérez Jiménez.

…”ha logrado estabilizarse”;

… que ello “no puede conducirnos al pesimismo”;

… que es imperativo reflexionar “sin ilusiones pueriles pero sin derrotismos liquidacionistas”,

…”con realismo pero con fe en el porvenir”. (5).

El recio lenguaje del presidente del partido deja claro el ánimo que debe prevalecer en la dirigencia y la militancia partidista.

El optimismo de Betancourt tiene un nítido sentido táctico hacia el partido.

Rómulo advierte que los planes no pueden ser a plazo corto:

-“Tienen que partir de la previa respuesta que se dé a estas preguntas: ¿cuándo hará crisis la dictadura de Pérez Jiménez”.

El pronóstico debe hacerse:

-…”sin descartar lo imprevisible – un ‘golpe de palacio’, por ejemplo, realizado por un grupo de militares-“.

Aunque aterrizaba en que lo más lógico era

-…”prever que esa crisis se presentará en el momento en que se abra la cuestión de la sucesión, es decir, a partir de mediados de 1956.”

Para Rómulo

-…”lo probable es que Pérez Jiménez pretenda reelegirse, pero algunos factores, internos e internacionales, conspirarán contra esa aspiración. Los internos, la ambición de sus asociados. Los internacionales, la crisis que está aflorando dentro del sistema autocrático latinoamericano, teniendo precisamente la no-reelección como punto focal de esa crisis”.

Y sintetiza:

-…”nuestra estrategia debe trazarse sobre la base de que el despotismo sufrirá su crisis más seria en cuanto ser abra  el proceso de sucesión presidencial, es decir, a partir del año próximo”. (6)

Un partido para influir

En materia organizativa, las recomendaciones de Betancourt son fundamentales:

-…”reestructurar y reforzar el comité coordinador externo”;

-…”encarar seriamente la cuestión de la reorganización interna del partido”;

-…”vincular las tareas de organización con la propaganda porque “un partido que no habla, que no hace llegar su voz al pueblo, deviene capilla, núcleo enquistado sin capacidad de influencia”. (7).

La propuesta táctica de Betancourt, por otro lado, se concentra en desprestigiar nacional e internacionalmente la dictadura.

La actividad propagandística debía concentrarse en:

Acentuar… la “crítica al régimen, en la persona de Pérez Jiménez y Pedro Estrada en torno a su inmoralidad administrativa, a su negación de libertades públicas, a su intento de prolongarse en el tiempo como la de Gómez”.

Hacer énfasis en su “entreguista” política petrolera para golpear la sensibilidad nacionalista de todos los sectores del país.

Reiterar permanentemente “la situación crítica que están confrontando los otros gobiernos de America Latina, con especial reiteración de la actitud no-reeleccionista confesa de Odría y Batista y posibles de Perón y Somoza.

Además de “insistir en la responsabilidad de la FAN porque es en nombre de ellas que se está realizando la gestión actual”. (8).

El Frente político civil

En el anexo al “Memorándum”, Betancourt esbozó su propuesta clave: “La articulación del frente político civil”.

Lo considera “de primordial importancia” , para la realización eficaz de la estrategia propuesta, es la respuesta concreta de la vieja guardia adeca a la propuesta unitaria de los comunistas, en la cual se habían envuelto varios de sus dirigentes de la clandestinidad.

Propone como pasos previos “establecer contacto con Villalba y Caldera”.

Betancourt no descuida aspectos prácticos de su esbozo estratégico y ordena  que en los periódicos del partido “deben hacerse comentarios los más frecuentes posibles sobre represiones a copeyanos y urredistas”.

Como bandera blanca señala como indebidas las críticas en medios de prensa partidista al carácter “derechista” y “confesional” de COPEI.

Los explica como “lapsus inevitables”, de los compañeros “acostumbrados al lenguaje polémico frente a ambos partidos” que debían ser reeducados “para que enfoquen  su conducta no recordando nuestras antiguas disidencias, sino procurando limar aristas hoy y posibilitar ententes mañana”.

En su ánimo por asegurar las alianzas, Betancourt señala que es inconveniente alimentar rencores frente a URD y pide a los suyos dar muestras “con hechos” a formar un “frente de partidos políticos nacionales frente a la dictadura y con vista a una común acción cuando el problema de la sucesión presidencial la haga entrar en crisis”.  (9).

La acumulación de fuerza política en un Frente unitario y anticomunista no es unánime y convoca disidencias en el CEN de la resistencia adeca y en el Buró Juvenil.

No obstante, el plan político general de Betancourt ya tenía sus grandes líneas en marcha, con ajustes tácticos según las circunstancias.

Lo importante era el objetivo: articular el frente político.

Apatía cívica y vivapepismo

La tentación de la inmediatez ha cedido paso al aguante.

La paciente espera en el porvenir afirma el deseo de cambio desde una nueva perspectiva que se sostiene en la convicción.

Pero el optimismo de Betancourt apenas oculta sus preocupaciones de fondo expresadas en comunicaciones más íntimas. Esas que se tornan angustiosas bajo el insoportable peso de la realidad: surgen del agudo conocimiento de la realidad que se examina.

En carta a su amigo el Dr. Felipe Massiani, fechado el 23 de octubre de 1955, escribe:

-“De nuestra tierra lo que sabemos. La vanguardia sigue su labor de topos, capeando el temporal del reflujo de la combatividad popular, lógica después de tantos años de tensión. Pero la marea volverá a subir si no se ceja en el trabajo diario. Es más difícil en nuestro país que en otros”.

Le angustiaba a Rómulo…

-… “Una mezcla de apatía cívica y de vivapepismo, adobado de nuevoriquismo grosero, hace tantos estragos como Pérez Jiménez, Pedro Estrada y el cartel de los petroleos”. (10)

Su visión analítica hurga en lo profundo de la realidad y la naturaleza venezolana y dictamina que “eso forma parte de un problema social grave”. (11).

Es la visión del estadista que observa más allá de la superficialidad y proyecta su pensamiento por encima de la operación política para situarse en los problemas más hondos de la nación.

-…”nos parecemos -dice- cada vez más a la California de los días del gold-rush. Hacer dinero es la palabra de orden. Y no importa cómo. En mi concepto, ese problema de desorbitación de las gentes, de pérdida del centro de equilibrio en la familia y los grupos, es más serio que el el militarismo. Pervivirá quien sabe por cuanto tiempo, después de que el otro problema sea aminorado, o liquidado. Mucho pienso en eso, Felipe, con preocupación honda, con angustia venezolana. Y si bien creo que todas las cuestiones sociales pueden ser resueltas, si con mente lúcida y ánimo resuelto se enfrentan desde el gobierno, ese desajuste en las costumbres y esa escala ‘minera’ de valores aparecidos en nuestro país los consideró entre los problemas-claves, y de los de más difícil solución”. (12).

En su reflexión ha apuntando un juicio sociológico que será preocupación de los estudiosos, “cultura del petróleo” la llamará Rodolfo Quintero.

Es la Venezuela en jauja de la cual advirtiera el agudo ojo de Valmore Rodríguez. Es un nuevo problema que crece y se reproduce en familia. Es el del rentismo petrolero que se extiende por los intersticios de la sociedad venezolana.


Notas

(1) Gonzalo Barrios, “Definición” en Venezuela Democrática, México, abril de 1955, Número 1, p. 7

(2) Rómulo Betancourt, “Reafirmación de fe” en Venezuela Democrática, México, septiembre de 1955, Número 5, p. 7

(3) Ídem

(4) Ídem

(5) Rómulo Betancourt, Antología Política, V. VI, p. 301

(6) Ibídem, V. VI, p. 302

(7) Ibídem, V. VI, pp. 302-303

(8) Ibídem, V. VI, p. 303

(9) Ibídem, V. VI, p. 304

(10) Ibídem, Vol. VI, p. 305

(11) Ídem

(12) Ibídem, Vol. VI, p. 305-306

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