Indagar sobre la esclerosis, en cualquiera de sus formas, es revisar la vida desde distintas perspectivas. Si bien la esclerosis es una condición que remite a restarle capacidades al organismo humano, es también un estado físico que invita a explorar la vida no sólo en lo concerniente a una respuesta biológica. Quizás más importante, es lo que atañe a la espiritualidad. ¿Y por qué ahí? Porque en tan recóndito y extenso ámbito del ser humano, se alojan las cualidades y fuerzas que gobiernan el Universo.
Desde que el hombre reconoce en la espiritualidad el terreno en el que se moviliza el alma en conjunto con la fe y la esperanza, igualmente advirtió que en su esencia se halla el poder que sortea las dificultades. Y de seguro, son estas dificultades los avatares que entorpecen el camino a recorrer. Por plácido que dicho camino pueda perecer.
Y justamente, ahí radica la espiritualidad como la virtud que potencia la voluntad humana para avanzar a lo largo del camino de la vida. Más aún, cuando se sabe que la vida no se detiene a esperar a nadie. Aunque muchos días pudieran lucir tortuosos, otros -sin duda- hacen sonreír. Tanto, que algunas cosas pasan desapercibidas. Incluso, olvidadas.
Así es la vida. No obstante, para muchos la vida es un sueño. Para otros, es un aprendizaje. O un juego. Y a pesar de las variadas concepciones que de la vida hallan expuestos poetas, idealistas o enamorados, no puede negarse que la vida es maravillosa. Y es porque en ella hay tantas cosas por hacer, que cualquiera puede perderse entre las posibilidades y probabilidades de crear en beneficio del desarrollo humano. Indistintamente de la condición que le depare el tiempo. O de la postura que ante la vida pueda tener.
Es el caso de la crisis que ahora se vive como resultado de la pandemia que azota al planeta. Este problema acusa razones que dan cuenta de la dureza que algunos días también saben encubrir. Particularmente, de cara a lo que de la vida puede arrojar en su curso.
La consideración del reconocido humorista norteamericano, Josh Billings, podría concordar con los contratiempos causados por el Covid-19. Billings decía que “la vida no consiste en tener buenas cartas. Sino en jugar bien las que uno tiene”. Por otro lado, el filósofo inglés, Thomas Hobbes, alegaba que “la vida es un perpetuo movimiento que si no puede progresar en línea recta, se desenvuelve en círculo”.
Ambas expresiones, trascendentes en el tiempo, contienen rotundas verdades. Son testimonios de realidades imposibles de desvirtuar. Pero también, evidencian realidades improbables de sustituir por circunstancias. Menos aún, si son construidas a instancia de intereses oscurecidos por envidias, odios y mentiras.
De ahí pudiera desprenderse aquella sentencia que exalta la vida cuando refiere: “no mires hacia atrás mientras avances convencido de alcanzar el objetivo”. Aunque la retrospectiva pudiera ser ilustrativa del pasado, pareciera priorizar lo que más adelante podría estorbar en el camino. Más, si se trata del camino de la vida toda vez que su circulación se supedita al tiempo.
Es como un sendero trazado por la pandemia en el curso de las dificultades a las que somete al ser humano. Es el caso de la Esclerosis, en todas sus manifestaciones. Esta realidad es razón de valor para analizar los efectos de las riesgosas implicaciones que comprometen la vida humana cuando es afectada por la Esclerosis.
En principio, cualquier efecto roza con inconvenientes de todo género y condición. Verbigracia, el que representa el encerramiento que impide el libre tránsito necesario para acudir a las necesarias terapias. Indudablemente, es una clara demostración de las dificultades asociadas a la pandemia. Aparte de los estragos que siguen sumándose al hecho inhumano de no contar con los medicamentos apropiados para el tratamiento médico de la esclerosis.
Y esto no es que ha sido provocado por causa de sanción alguna. O decreto sancionado por el gobierno norteamericano a fin de remover las medidas despóticas del régimen venezolano en perjuicio de las libertades y los derechos ciudadanos. Ha sido consecuencia de la pésima administración de gobierno que viene ejerciendo por culpa de la impune expoliación cometida en contra del erario nacional. Así como del desmantelamiento de la institucionalidad.
Sus resultados, terminan asfixiando la gestión del Seguro Social en contradicción a lo establecido por la Constitución nacional en su artículo 84. Sobre todo, cuando la misma Carta Magna refrenda el derecho a la salud al dictaminar la elaboración de políticas públicas que, en principio, habría formalizado el sistema público de salud. Este sistema, estaría concentrado a dar “(…) prioridad a la promoción de la salud y a la prevención de las enfermedades, garantizando tratamiento oportuno y rehabilitación de calidad”.
En los adversos predios de la mentada pandemia, los venezolanos afectados por los designios de cualquier forma de esclerosis, corren el desventurado riesgo de caer atrapados en los tentáculos del Covid-19. Indistintamente de la posibilidad de recibir la vacunación que tampoco los excluye del aludido peligro.
Si bien todo ello es un problema que escapa al hecho de revisarlo a discreción de los escasos recursos sanitarios existentes, también es un problema que pudiera moderarse de contarse no sólo con la disposición de un régimen político condescendiente que no se tiene.
También, de la solidaridad de quienes, a sabiendas del carácter crítico de la situación, actúan movidos por la comprensión. Así se procuraría que quienes sufren de esclerosis u otro padecimiento, sientan su espiritualidad y fe fortalecidas. Y será posible la merma de cualquier dolencia. No sólo del alma. También del cuerpo.
Pero para llegar hasta donde las realidades así responden, debe darse una comunión entre la actitud y la convicción de saber que no hay más tristeza mientras la vida se desenvuelve en función de mejorar su ritmo. A pesar de las congojas, dilemas y contratiempos. Es lo que sucedería de actuar en la línea del desafío que compromete las conjugación entre esclerosis y pandemia.
https://www.analitica.com/opinion/esclerosis-y-pandemia/